La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

En la más completa opacidad —muy lejos de la transparencia que tanto presumió durante su frustrada campaña a Casa Puebla—, Blanca Alcalá Ruiz regresó al Senado de la República el miércoles 27 de julio.

Como los senadores que en el pasado reciente han perdido sus elecciones, la senadora Alcalá regresó por la puerta de servicio.

Un escueto comunicado en el orden del día da fe de su retorno al escaño que ocupó en ausencia la hoy defenestrada Carmenchu Izaguirre.

Horas después, también en el mayor sigilo —ha elegido la opacidad como su nuevo tren de vida—, viajó a Panamá y retornó a sus labores como presidenta del Parlamento Latinoamericano y Caribeño (Parlatino).

Así lo dio a conocer un boletín del organismo con sede en ese país: “La senadora mexicana Blanca Alcalá, presidenta del Parlatino se reintegra tras licencia en su cargo para consolidar los proyectos de integración regional que desarrolla el organismo.

“Le correspondió a la asambleísta ecuatoriana Gabriela Rivadeneira, presidenta Alterna del Parlatino y presidenta de la Asamblea Nacional de Ecuador, dar las palabras de bienvenida a la presidenta Alcalá, en reunión de Mesa Directiva celebrada en la Sede Permanente del organismo en Panamá.”

De esta manera se cierra un capítulo más en la Historia Universal de las Derrotas Electorales, en la que Blanca Alcalá es una de sus exponentes recientes más representativas.

Lo curioso es que todavía se resiste a reconocer su fracaso del 5 de junio y en algunos de sus pocos pero despistados seguidores siguen vigentes esas últimas palabras a las que todo cadáver tiene derecho: “las tendencias me favorecen”.

(Esto lo dijo la noche de ese día negro del priismo poblano, cuando Tony Gali ya estaba a punto de celebrar su triunfo).

Tic tac, tic tac, tic tac.

¿Cuántas horas o días o semanas o meses pasarán para que la senadora in extremis reconozca lo que debió reconocer desde el primer día?

Se cruzan apuestas.

 

El Dinero Negro de una Diputada Federal

2015 fue un gran año para Xitlalic Ceja.

Y es que regresó del oscurantismo al que su cercanía con los marinista la había llevado, se hizo amiga y protegida de una hermana del presidente Peña Nieto y llegó a San Lázaro como diputada federal tras derrotar a Xavier Albizuri.

¿Cómo logró todo esto si en la víspera no tenía la menor oportunidad?

La historia de la esposa de Lázaro Jiménez Aquino no tiene pierde.

Vea el hipócrita lector:

Presumiendo cercanía con Ana Cecilia Peña Nieto, nuestro personaje ha inyectado recursos económicos a diversas campañas electorales sin justificar la procedencia de los mismos.

En el círculo político todos saben que Xitlalic Ceja se jacta de haber recibido apoyos de la hermana del presidente.

Esta circunstancia —junto con la protección de su padrino Mario Marín— le abrió las puertas a una curul en San Lázaro.

La duda mata:

¿Ese respaldo ha sido retribuido de la mejor manera posible por parte de la joven Ceja?

Si de lo que se trata es de sumarse a la movilización electoral, la respuesta es sí.

Y aunque celebró haber influido en el triunfo del PRI en la ciudad de Puebla durante 2015, sus habilidades quedaron en evidencia en el contexto de la brutal derrota de Blanca Alcalá.

Y aquí viene el punto central:

Al decir de fuentes ligadas a su entorno, el financiamiento de sus labores de “acarreo” proviene de recursos monetarios de “procedencia desconocida”, mismos se entregaban en una vivienda ubicada en la Colonia Hidalgo mediante un esquema piramidal.

Pese a las denuncias ciudadanas al respecto, los priistas han guardado silencio, pues existe la instrucción desde el marinismo (avalada por la dirigencia estatal del PRI) para que Xitlalic aspire a una posición clave en 2018.

(Ella, según el periodista Ricardo Morales, pretende ser la candidata a la Presidencia Municipal de Puebla).

Xitlalic Ceja fue una pieza “determinante” en la campaña de Blanca Alcalá, ya que tenía total autonomía en las decisiones relativas a los distritos de Puebla capital.

Incluso entabló acuerdos para desplazar políticamente a José Chedraui Budib, dirigente del PRI municipal.

¿Qué hará rumbo al 2018?

¿De qué tamaño será su activismo?

¿Cree —como creía Blanca Alcalá— que las elecciones se ganan con ruedas de prensa y puro bla-blá?

¿Seguirá utilizando dinero negro para posicionar su imagen ante el electorado?

Un “guardadito” ha de tener de las millonarias ganancias que obtuvo su esposo —Lázaro Jiménez Aquino— con la concesión de mototaxis durante la gestión de Mario Marín Torres, así como el dinero que no invirtió para la promoción del voto en favor de Blanca Alcalá.

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