La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Tony Gali Fayad fue a tierras inhóspitas a hacer un foro ciudadano.

Tierras difíciles.

Tierras de Jorge Estefan Chidiac.

“No vayas, Tony”, le dijeron.

Como si fuera Pedro Páramo.

“Te van a hacer el vacío”, le decían los Juan Preciado.

Pero Tony alistó sus cosas, tomó su transporte y anunció que estaría dos o tres días en la región.

“No vayas, Tony”, le decían los Bartolomé San Juan, los Fulgor Sedano.

El gobernador electo no se anduvo por las ramas y convocó a los treinta presidentes municipales del distrito.

“No, Tony, no te expongas”, le jalaban la camisa de lino las Dolores Preciado, las Susana San Juan.

“Te vas a quedar tú solo con tu foro”, le planteaban.

Total que Tony se arriesgó y recibió el apoyo, la adhesión sin límite, de 27 de los 30 presidentes municipales: 11 panistas, 9 priistas, 2 del Partido del Trabajo, 2 de Movimiento Ciudadano, uno del PRD (el mismísimo Manuel Madero) uno del Verde y uno del Movimiento Antorchista.

El foro resultó un éxito y Tony no paró de recibir abrazos y cariños, y palabras de lealtad.

Acto emblemático el de este lunes con un aroma de Mixteca.

De esa Mixteca poblana que ya, desde ahora, dejó de ser la tierra prometida del priismo.

El mito se rompió por lo más delgado.

La tierra, decía Emiliano, es de quien la trabaja.

¡No chillen, hijos de Villa!

 

Un Arrebato

Hace 25 años llegué a vivir a Puebla.

Un cuarto de siglo.

Casi la mitad de los años que tengo.

Lo recuerdo bien: llegué a la CAPU, me bajé y tomé un taxi hacia una dirección incierta.

Luego me fui a buscar a Fernando Alberto Crisanto a un edificio de la 25 sur, muy cerca de la avenida Juárez.

Ahí estaba la radiodifusora SI-FM.

Una hora después bajamos a comer a un restaurante llamado Cowboy o algo así. Cerraron la mesa Fernando Canales y Marco Arturo Mendoza.

“Maestro, acabas de quemar tus naves”, me dijo un jubiloso y generoso Crisanto en el primer brindis.

Era mi comida de bienvenida.

Todos estábamos contentos porque en menos de una semana sería inaugurada la radiodifusora.

Ya pasaron 25 años de esa escena y aún tengo una nostalgia extraña.

No me arrepiento.

A lo largo de esos años he dirigido 7 medios y he fundado 5 de ellos.

Mi columna cumplió en mayo pasado 20 años.

Tuve 2 hijas, publiqué 3 libros y viajé a la Madre Patria.

No sé en qué tren rápido me subí pero algo es cierto: he sido inmensamente feliz en esta levítica ciudad.

Si el tiempo se fuera para atrás le volvería a hacer la parada a ese tren en la misma —mismísima— estación.

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