La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

La ambición de Juan Carlos Lastiri no conoce escrúpulos:

Desvía recursos económicos y humanos de la SEDATU, compra movimientos de “izquierda”, adquiere medios de comunicación que después desecha, conspira contra sus propios compañeros, maquilla cifras y promete lo que no cumple.

A uno de sus adictos —Marco Mazatle, dirigente del MAS— le avala proyectos productivos y le entrega apoyos para viviendas.

Esos dineros los entrega a fantasmales asociaciones civiles que Mazatle y sus cómplices han constituido para manejar recursos públicos sin que los descubran.

Eso no es todo.

Al más puro estilo gangsteril, los orquestadores de la trama usan esas asociaciones civiles para impulsar la candidatura de Lastiri a la gubernatura de Puebla en 2018.

El plan es redondo.

Sólo algo no funciona:

Lastiri no crece ni con globos inflados.

Va de aquí para allá todos los días sin que su trabajo en el estado se vea reflejado en las encuestas.

Como los políticos de antes, engola la voz para parecer informado e interesante.

Y más:

Recurre al aletazo de caguamo, susurra el tradicional “cho gusto” y camina como candidato.

De poco le sirven esos aspavientos.

Y es que su personalidad no conecta con la gente.

Eso sí:

Pone a sus tunde teclas a encontrarle virtudes.

Y más:

A pegarle todos los días al gobernador Moreno Valle.

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