La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Juan Carlos Lastiri, Juan Manuel Vega Rayet, Enrique Doger Guerrero, Alberto Jiménez Merino y Alejandro Armenta Mier tienen un solo objetivo rumbo al 2018: enfrentar a Jorge Estefan Chidiac y Blanca Alcalá Ruiz.

A Estefan lo quieren fuera del Comité Directivo Estatal del PRI, en tanto que a Alcalá no la quieren en la boleta a la gubernatura.

En su lógica poblana, los dos ya batearon y no hicieron hit alguno.

En otras palabras: ellos se proponen como bateadores emergentes.

La conspiración de opereta no ha resultado fácil, una vez que han tenido que vencer sus fobias.

En particular Enrique Doger, quien culpa a Lastiri de los hilos negros que se han movido en el entorno del IMSS de un tiempo para acá.

Estefan y Alcalá lograron el milagro: unir a los enemigos.

Además están plenamente convencidos de recuperar el partido para uno de los suyos.

Y es que lo que estará en juego es un manjar pocas veces visto: una gubernatura, dos escaños en el Senado, diputaciones federales, diputaciones locales, alcaldías y regidurías.

Lastiri, Vega, Doger, Jiménez & Armenta quieren ser los que repartan ese pastel.

Hoy están unidos en su cruzada contra Estefan y Alcalá.

Mañana, ellos mismos se darán las puñaladas.

Por cierto: han empezado a generar un clima adverso en una buena parte de los comités municipales, por lo que su conspiración se parece a la humedad: se filtra por todos lados.

 

Fraudlett el Impostor

Manuel Bartlett es todo un caso.

Jura que no ha buscado negociar la salida de la novia del vocero de López Obrador de las mazmorras poblanas.

Jura que no ha pedido favores en los círculos morenovallistas.

Jura que no realiza tráfico de influencias alguno.

Jura que es impoluto.

Impoluto y moral.

Impoluto, moral y decente.

Si no supiéramos que Bartlett es todo lo contrario quizás le creeríamos.

Si no hubiéramos escuchado las recientes conversaciones telefónicas sobre esta trama macabra, le daríamos el beneficio de la duda.

Si su nombre no se asociara a Manuel Buendía, al fraude patriótico, a la Caída del Sistema, a la tortura de un agente de la DEA, podríamos concederle cierta gracia.

El problema es que a Bartlett sólo le creen sus nietos porque los tiene desinformados y envenenados con la imagen del abuelito que no mata ni una mosca.

También está convencido que después de él nadie en Puebla ha transformado al estado.

Lo cínico, lo curioso, es que presume Angelópolis como su gran obra.

Si no supiéramos de los enormes intereses económicos que tiene en el Centro Comercial, faltaba más, hasta le haríamos un monumento.

Pero es Bartlett.

O Fraudlett, como lo bautizó genialmente y para siempre Porfirio Muñoz Ledo.

Fraudlett.

Manuel Fraudlett, para servir a usted.

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