La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Apenas supo Mario Marín de la aprehensión de su compadrito Francisco Castillo Montemayor cuando tomó la decisión de viajar a España.

La cosa estuvo así:

El ex secretario de Medio Ambiente lo fue a ver a su Notaría para organizar el lanzamiento de una bomba en contra de un enemigo común: el gobernador Moreno Valle.

Tres cosas conversaron: los datos de un expediente que Castillo le mostró, el plan del ex gobernador para filtrarlo con los medios del PRIPack y la oportunidad de irse con todo en la embestida.

Estaban, faltaba más, lo que se dice eufóricos.

Entre abrazos y carcajadas se despidieron.

El ex funcionario apenas había salido a la calle cuando un grupo de ministeriales lo abordó.

Tras leerle sus derechos y exhibirle la orden de aprehensión, lo trasladaron a su nueva casa: el Cereso de San Miguel.

Enterado de inmediato, Marín le ordenó a su particular que consiguiera el primer boleto para España.

Tiene pensado regresar —dicen sus íntimos— cuando el sexenio de Moreno Valle llegue a su fin.

Esto interrumpió las cabalgatas que el ex gobernador hacía comúnmente en el rancho de los Forcelledo, allá en Atlixco.

Ahí, como todo un Llanero Solitario, nuestro personaje iba de aquí para allá montado en un caballo manso.

(Más manso que Manolín, el de Shilinsky).

Leales a su amo y patrón, Edgar Nava y Rafa Forcelledo no lo perdían de vista y cuidaban el mínimo relincho del semoviente domesticado de la tercera edad.

Hablamos del caballo, por supuesto.

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