La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía

 

Luego de que el INE hiciera un exhorto por demás extraño —en el sentido de coartar la libertad de expresión de Rafael Moreno Valle—, Raúl Padilla López acompañó al gobernador de Puebla a una conferencia sobre política cultural en la atestada Sala 3 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

La plana mayor de la FIL se dejó ver este sábado durante el encuentro de Moreno Valle con el periodista Leonardo Curzio: el propio Padilla —número 1 de la FIL, a quien Carlos Monsiváis bautizó como el “cacique ilustrado”—, y Marisol Shulz, directora de la Feria que reúne a los mejores editores y escritores de Hispanoamérica.

Moreno Valle se veía cómodo ante las centenas de personas que lograron que el letrero de “cupo lleno” apareciera a la entrada del lugar.

Interrogado por Curzio, Moreno Valle habló del Museo Internacional del Barroco y de la oferta cultural que se ha triplicado en el último sexenio.

Habló también de la denominada Ciudad Modelo que nació en un escritorio y hoy se está consolidando como una realidad en la zona de Audi.

El fantasma de la censura del INE cruzó en un momento en la conversación, pero el propio Curzio desvió la pregunta.

Durante una hora, el gobernador habló también de los grandes recursos económicos que se han generado en la entidad a raíz de la obra pública realizada.

Al final, Padilla López se acercó a Moreno Valle y cruzaron algunas impresiones.

A escasos metros, en otra sala, un ex gobernador de Puebla —Manuel Bartlett Díaz— estaba por iniciar una mesa redonda con Jorge G. Castañeda y Mauricio Merino, entre otros, sobre el fracaso del Sistema Nacional de Anticorrupción.

Bartlett, por cierto, tocó el tema con ese tufo moral que lo acompaña desde que se convirtió —de la noche a la mañana— en “demócrata” y de “izquierda”.

Lejos está ahora —o así lo cree él— de su paso por la Secretaría de Gobernación y del ropero lleno de cadáveres que acumuló a su paso de su hoy odiado sistema político mexicano.

A esa misma hora, Moreno Valle se tomaba fotos con quien se lo pedía en los pasillos de la FIL.

Cosas de la vida: dos personajes ligados a Casa Puebla ofrecían en el mismo lugar sendas imágenes plagadas de contrastes.

La cereza del pastel la ofrecería el propio Bartlett horas más tarde, cuando en un arranque de Alzheimer se fue a meter a un homenaje póstumo que un grupo de amigos le ofrecía al brillantísimo escritor Luis González de Alba.

Cómo olvidarlo: González de Alba —expulsado hasta en su muerte de las páginas del diario La Jornada— calificó al senador lopezobradorista como un delincuente electoral y uno más de los farsantes de la vida pública de México.

Con esa cachaza, sin embargo, Bartlett se fue a meter al homenaje y se topó con el desdén de los escritores.

Y es que ninguno de ellos le dio la mano pese a sus intentos desaforados por saludarlos.

¿Nombres?

Héctor Aguilar Camín, José Woldemberg, Rafael Pérez Gay y Rogelio Villarreal.

Aturdido por el desprecio generalizado, Bartlett se entretuvo platicando con la actriz Blanca Guerra —pareja de Woldemberg— y luego quiso hallar refugio con la escritora Ángeles Mastretta, quien le dio un beso al aire para luego volverle la espalda.

Como en sus días de la Caída del Sistema, Bartlett salió entonces por la puerta trasera.

Ya en los pasillos, Woldemberg comentaba con un grupo de amigos que no entiende lo que está pasando en el Instituto Nacional Electoral.

“Lo de la censura a Moreno Valle es la muestra de que las cosas ahí andan de cabeza”, cuentan que comentó ya de salida.

 

 

La Censura y los Censores

Lo que faltaba ver: quienes se quejan de que en Puebla no hay libertad de expresión celebran que el INE haya coartado los derechos políticos del gobernador.

Es decir: desde la supuesta loza de la censura, aplauden la censura.

Hay que decir algo: esa libertad de expresión que juran les ha sido coartada no es otra cosa que una metáfora que tiene que ver con la ausencia de un contrato de publicidad.

En cualquier país del mundo ningún gobernante está obligado a hacer esa clase de convenios con la prensa.

Es como si The New York Times se queja de que una vez que arranque el ciclo Trump en la Casa Blanca queden suspendidos los hoy generosos contratos de publicidad.

No lo hará porque ya en el pasado reciente ha vivido esa experiencia y no confunde la libertad del gobernante para anunciarse donde quiera con la censura.

Pero estamos en Puebla y aquí sí se esgrimen tales argumentos.

No podía ser de otra manera: los que esgrimen esos argumentos en el fondo extrañan a Mario Marín, quien tantos y variados dones les dio.

Y hasta por debajo de la lengua.

 

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