La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Enternecen los tuits de aquéllos que anuncian que ya sólo faltan ¡50 días! para que se vaya Rafael Moreno Valle.

Y es que lo escriben como si ese final de fotografía fuera producto de algún dictamen fatal de una instancia federal o de una decisión ajena al gobernador saliente.

De ahí la terneza.

De ahí la pena ajena.

Moreno Valle se irá, sí, en el contexto de una situación inédita: como el gobernador que más obra pública realizó en su sexenio, como el que ganó todas sus elecciones y como el que se desayunó a sus críticos una y otra vez.

Manuel Bartlett, hoy convertido en abogado de delincuentes ligadas a MORENA, quiso hacer lo mismo pero no pudo.

Su obra pública sólo sirvió para generar el surgimiento del centro comercial Angelópolis, del cual —juran fuentes confiables— es un poderoso socio.

Bartlett ganó casi todas sus elecciones.

Sólo perdió dos.

(Las más emblemáticas).

Con eso le bastó para entrar a la Historia Universal de la Infamia.

Primero fue derrotado en Huejotzingo y recurrió a un escandaloso fraude electoral.

El PAN de Felipe Calderón se impuso en la Federación y nuestro personaje no tuvo más remedio que regresar la plaza.

Luego jugó sus canicas con José Luis Flores Hernández, quien perdió, abrumadoramente, ante quien sería gobernador: Melquiades Morales Flores.

Finalmente, Bartlett quiso pero no pudo desayunarse a sus críticos, quienes todavía lo ligan a algunos de los pasajes más sombríos de este país: el asesinato del periodista Manuel Buendía en 1984, el fraude patriótico de Chihuahua en 1986 y la Caída del Sistema en 1988.

En un gesto de audacia, J.J. Esquivel, reportero de la revista Proceso, publicó en un libro que, como secretario de Gobernación de Miguel de la Madrid, Manuel Bartlett estuvo presente por unos minutos en la escena de la tortura del Kiki Camarena, agente de la DEA asesinado por Rafael Caro Quintero y Don Neto Fonseca.

Una analogía para concluir: el entonces priista —hoy convertido en demócrata y en adicto a López Obrador— quiso ser candidato de su partido a la Presidencia de la República en el 2000.

No sólo no pudo.

Terminó disputándose el último lugar con Humberto Roque Villanueva, pues Francisco Labastida y Roberto Madrazo los enviaron al corazón de la pipitilla.

Hoy, Moreno Valle está listo para arrancar el 1 de febrero una precampaña nacional con vistas al 2018.

Es cierto: faltan algo así como 50 días para que concluya el gobierno de Moreno Valle.

Y algo sabe porque no se le ve ni nostálgico ni meditabundo.

Algo sabe que —faltaba más— sus críticos ignoran de tanto ser desayunados y deglutidos.

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