La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Al más puro estilo de Luis Paredes Moctezuma, Eduardo Rivera Pérez se tiró al piso, se dijo inocente, tocó puertas nacionales y se arropó en las naguas de Margarita Zavala, esposa de Felipe Calderón.

¿El motivo?

El inicio del procedimiento administrativo ordenado por el Congreso local, una vez que el ex alcalde de Puebla dejó severas dudas sobre 411 millones de pesos.

Lo que en casi cualquier lugar del mundo civilizado es parte de un proceso de transparencia, fue pervertido este jueves por Rivera Pérez y convertido en una supuesta persecución política.

Lo curioso es que la esposa del ex presidente de México se sumó vía Twitter a su pupilo y alentó la opacidad que envuelve el tema.

La decisión tomada por una buena mayoría de diputados dejó en claro que hay dos sopas: o el ex alcalde despeja las dudas y aclara el destino de esos recursos o enfrentará, faltaba más, un proceso judicial.

Pero Rivera Pérez sólo quiere una cosa: impunidad.

Por eso recurrió a un espectáculo al estilo Paredes, quien por razones similares se inmoló hace algunos años antes de huir durante varios años y convertirse en prófugo de la justicia.

Lalo Rivera, pues, tendrá que poner las cosas en orden si no quiere ser alcanzado por el brazo de la justicia.

Fuentes ligadas a la administración que encabezó compartieron con quien esto escribe varias perlas sobre el mal uso que hizo del erario.

Vea el hipócrita lector:

En el tema del predial se bajaron—del sistema— cuentas que tenían años de adeudos.

¿A cambio de qué?

Faltaba menos: de los respectivos “moches”.

En el tema de Imagen Urbana se dio una curiosa regularización de espectaculares de empresas que debían millones de pesos en pagos de derechos.

Y más: Rivera Pérez admitió una operación irregular: que fueran cambiados los nombre de las empresas deudoras por nuevas razones sociales.

La Normatividad en esa administración brilló por su opacidad.

Y es que los casinos crecieron por todos lados y los ingresos derivados por los conceptos de pago de impuestos por máquina —conforme al padrón vigente— nunca coincidieron con los ingresos reales.

¿A dónde se fueron esos dineros?

Sólo el nuevo mártir del calvario lo sabe.

Y es que él se encargaba directamente de operar el tema.

En su trienio hubo importantes reasignaciones del Presupuesto de Egresos dirigidas a la Presidencia sin el soporte y la aprobación previa.

En el rubro de Desarrollo Urbano abundaron los permisos irregulares.

Un caso: en el Cerro de La Paz fueron otorgados permisos de construcción violando las densidades establecidas en la Carta Urbana.

Esto es apenas una hebra del cúmulo de corruptelas armadas al interior del ayuntamiento, cuyos integrantes cercanos —encabezados por Lalo— actuaban como una auténtica banda de delincuencia organizada.

El Lado B de Lalo Rivera

Los regidores no olvidan una escena que marcó el trienio: el día que su esposa convocó a la oficina del alcalde a los integrantes de Compromiso por Puebla (PAN, PRD, Nueva Alianza).

El fin: asegurar que el suyo era un matrimonio estable y que los rumores que corrían en el sentido de que Eduardo tenía una relación con una funcionaria de la administración eran mentiras.

Lalo, sobra decirlo, estaba apanicado, descompuesto, más que pálido.

A una orden de la esposa entró a la oficina la citada funcionaria.

A juicio de algunos regidores, se veía llorosa y humillada.

Poco a poco empezó a recitar un guión aprendido de memoria: “Yo respeto a la familia del señor alcalde y nunca la ofendería con actitudes indignas”.

Lalo estaba demudado.

Los regidores, expectantes.

La chica, bloqueada.

Indignada por la humillación pública, la regidora Verónica Mastretta detuvo el juicio sumario y llamó a la prudencia.

Ufff.

Todo había empezado semanas atrás.

Una mañana, el alcalde fue de gira con la citada funcionaria al mercado Morelos.

De repente sus auxiliares aparecieron corriendo por los pasillos.

“¡Maestro: su esposa está a punto de llegar!”.

—¡Llévensela! —ordenó Lalo con una expresión sombría.

La funcionaria fue sacada casi en ancas, la subieron a una Suburban y la sacaron del lugar.

La esposa del alcalde fue enterada de los hechos por una garganta profunda.

Ahí surgió la idea en su cabeza de evidenciar al mentiroso.

El mismo mentiroso que este jueves se tiró al piso para gritar que es víctima de una ruin y perversa venganza política.

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