Durante el primer encuentro en un mismo recinto, los abanderados a la mini guardaron las descalificaciones y fueron propositivos

 

Por Mario Galeana

Fotos JOSÉ CASTAÑARES/ AGENCIA ES IMAGEN

La bayoneta no zigzagueó en al aire. Los cinco candidatos a la gubernatura de Puebla guardaron el discurso de la confrontación y apostaron por lanzar un amasijo de propuestas, durante su primer encuentro en un mismo podio.

En cambio, una atmósfera electrizante se libró fuera de cualquier cámara: dos concuños, dos partidos políticos distintos. Una sola guerra. Antonio Gali y Jorge Estefan; Jorge Estefan y Antonio Gali.

El pacto de no agresión entre los candidatos no fue casual. Antes de cualquier intervención, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), organizador del encuentro de la noche de ayer, obligó a cada abanderado a comprometerse a guardar las bayonetas hasta otros suelos.

El resultado fue una variada exposición de propuestas, en la que los FOTO2candidatos punteroAntonio Gali Fayad (PAN-PANAL-PT-PSI-CxP) y Blanca Alcalá Ruiz (PRI-PVEM-PES), -quien acompañada por el líder estatal del PRI, Jorge Estefan, llegó apenas a tiempo- afianzaron su plataforma política.

Con un discurso sostenido, la candidata independiente Ana Teresa Aranda ganó terreno entre el ala de la izquierda, ante el nerviosismo de Roxana Luna Porquillo (PRD) y la extraviada presencia de Abraham Quiroz Palacios (Morena).

En el podio, tras someter a una tómbola la designación del lugar que ocuparía cada abanderado, Antonio Gali estrechó el brazo de Ana Teresa Orozco, que le dedicó una sonrisa de soslayo. Roxana Luna y Blanca Alcalá protagonizaron un saludo efusivo, con amplias sonrisas relumbrando ante los flashes de las cámaras.

Una postal quedó fuera de los cíclopes convertidos en lentes: el saludo, inexistente, entre el candidato Gali Fayad y el líder del PRI en el estado, Jorge Estefan Chidiac. Dos concuños, dos partidos políticos distintos. Una sola guerra.

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Cinco minutos otorgó el gremio empresarial en el estado a cada candidato para exponer su plataforma política. Luego, cuatro líderes empresariales lanzaron dos preguntas que cada candidato debía responder en dos minutos.
La ronda para exponer la visión de gobierno fue inaugurada por Aranda, que usó cada segundo hasta finalizar con una promesa: “nuestro gobierno será austero y sensible”.

Alcalá, la segunda en la ronda, echó mano de un discurso plagado de cifras, aunque al final desaprovechó 53 segundos de los cinco minutos de su intervención.

Con temblor en la voz, Luna Porquillo dedicó al menos un minuto a agradecer la realización del encuentro y, al final, el cronómetro de participación dejó claro que desaprovechó, además, 40 segundos.FOTO4

El derroche de segundos, valiosos no sólo por ser el primer encuentro entre candidatos sino por el posicionamiento electoral de cada uno, fue reprendido por Fernando Canales, quien fungió como árbitro de la reunión, al recordarles que el sonido de una campana les anticiparía la llegada del último de sus cinco minutos.

“No hay prisa”, parecía decir el locutor de radio, aunque él mismo erró en la conducción del evento, que tuvo como sede un salón del hotel Presidente Intercontinental.

Sin modulaciones de voz, Quiroz lanzó en su primera intervención un discurso difuso sobre la distribución de la riqueza en el estado, al que finalmente alcanzaron los cinco minutos y no pudo concluir. Esa fue, no obstante, la única de las nueve intervenciones disponibles en las que el académico usó el largo y ancho del tiempo definido.

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Con la precisión de un relojero suizo, el candidato Gali Fayad finalizó su primera intervención justo cuando el cronómetro marcaba el segundo 0. El exalcalde fue el único de los cinco abanderados en ponerse de pie al hacer uso de la palabra.

Desde el público, sin dejar caer la cortina de los párpados un solo segundo, el líder estatal del PRI observaba cada gesto y ademán del candidato panista, su concuño.

Años –para ser exactos 30– de camaradería y lazo entre ambos, daban a Estefan Chidiac la sensación de presenciar algo antes visto. Él mismo dio a Gali, tiempo atrás, consejos sobre el discurso político: Qué. Cómo. En qué forma. Con qué tono.

FOTO2Y Gali Fayad, sentado quizá en su propia mesa de comida, oía las palabras, mientras los hijos de ambos corrían a lo largo de la casa y sus esposas sonreían en la terraza.

Pero de eso hace tiempo. Al finalizar su primera intervención, Gali Fayad tomó asiento y llenó de agua la garganta. Alzó la vista y ahí, entre el rompecabezas de rostros convertido en público, halló el de su concuño.

Halló los gestos del hombre con el que fumó habanos tras su boda. El hombre con el que afianzó negocios. A quien pasó el puré en alguna navidad.

Pero luego llegaron los aplausos en el salón del encuentro, y Gali Fayad desvió la mirada, y él mismo comenzó a aplaudir, como si el sonido de las palmas fuese lo suficientemente alto como para hacer de lado, por lo menos un momento, los recuerdos, tras lo que fue el primer candidato en irse.

Dos concuños, dos partidos políticos distintos. Una sola guerra.

 

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