La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

En la anterior entrega de esta columna hablé de los adictos a Mario Marín que buscan a como dé lugar dos cosas: regresar a los privilegios que tuvieron en el marinismo y vociferar —como lo han hecho durante todo el sexenio— en contra de quien habrá de dejar la gubernatura de Puebla el martes 31 de enero.

En esa misma columna conté cómo a esos periodistas les terminó por beneficiar el affaire Lydia Cacho-Mario Marín, pues, viéndose en el suelo, el entonces gobernador no tuvo más remedio que comprar al costo que fuera a la prensa de por sí adicta a él.

Estaban con Marín desde el arranque de su sexenio y no tenían por qué no estarlo en la desgracia, pero —al decir de uno de los beneficiarios— las condiciones habían cambiado.

Y es que el descrédito de su defendido también los marcaría a ellos.

Y eso tenía un costo.

Y un costo grande.

Releyendo el espléndido libro “La Otra Guerra Secreta”, de Jacinto Rodríguez Munguía, no sé por qué pensé en esa prensa adicta a Marín.

Quizás el hipócrita lector me ayude a dilucidarlo.

Uno de quienes no salen bien librados en el libro, y termina siendo expuesto más en sus sombras que en sus luces, es Manuel Buendía, el enemigo número uno —en su tiempo— de la ultraderecha mexicana y de la CIA.

Rodríguez Munguía refleja en las fichas a las que tuvo acceso en Lecumberri —vía el Archivo General de la Nación— el carácter doméstico e institucional de Buendía en su relación con el presidente Luis Echeverría Álvarez.

Otro que termina con el traje manchado de lodo es el hoy extinto y venerado Jacobo Zabludovski, aunque no tanto como una figura que destaca de entre todas por su perversidad y por su lenguaje soez.

¿Su nombre?

Francisco Galindo Ochoa, operador de medios de los gobiernos federales priistas durante decenios enteros.

Veamos el diálogo que recrea Rodríguez Munguía en los que aparecen Galindo Ochoa y Alfonso Corona del Rosal, quien curiosamente es llamado “Flor” por el operador de medios.

Hay que decir que Corona del Rosal sólo duró un año como gobernador de Hidalgo, pues en 1958 dejó el cargo para irse a despachar como presidente del CEN del PRI.

Vea el lector cómo trataba el operador de medios al líder priista en plena época navideña y cómo ambos se referían de los periodistas, entre ellos a Rodrigo de Llano, a la sazón director de Excélsior, y a Mario Santaella, director de La Prensa.

¿Fecha?

19 de diciembre de 1962.

Flor (F): ¿Pancho?

Ochoa (O): ¿Cómo le fue, mi flor?

F: Oiga, Pancho, ¿qué le mandaremos a (Carlos) Denegri?

O: ¿A Denegri?

F: ¿Qué me sugiere?

O: Pues hombre, mi Flor… lo que más le gustaría.

F: ¿Sí?

O: Mándele ‘lana’, mi Flor.

F: ¿Sí?

O: Sí.

F: ¿Cuánto le mandamos?

O: Pues… ¿cuánto tenía usted pensado para el regalo?

F: Pues unos tres mil. Algo así.

O: Pues mándele.

F: ¿Cinco?

O: Si puede.

F: Sí, cómo no.

O: Sí… porque ahorita está ladrando aquél.

F: Entonces…

O: Tuvo que correr ahí a un gerente y tuvo que darle cincuenta mil pesos.

F: Mañana se los damos.

O: Muy bien, mi Flor.

F: Muy bien.

O: ¿Que me hizo favor de invitarme a tomar una copa mañana a su casa?

F: El honrado es su amigo.

O: Jajaja. Muchas gracias. ¿Nos vamos a ver en el partido, verdad?

F: Sí. A la una va el embajador ruso a visitarnos.

O: Sí, señor.

F: Y de ahí nos venimos.

O: Oiga, mi Flor.

F: Sí…

O: ¿No sería conveniente que usted dirigiera un mensaje a los miembros del partido con motivo del año nuevo?

F: Sí, cómo no…

O: Para publicarlo en la Revista…

F: Cómo no. Ande. Hágalo.

O: ¿Quiere que le haga un proyecto?

F: Sí. Hágalo.

O: Mañana lo llevo.

F: Oiga, otro favor…

O: Dígame…

F: Sería bueno mandarle un regalito a (Mario) Santaella.

O: Pues sí, también…

F: ¿Verdad…?

O: Sí…

F: A (Manuel) Buendía con un cortesito… ¿no?

O: Con eso sale de paso…

F: ¿Verdad…?

O: Sí, además anda muy mal de a «tiro»… jajaja.

F: Jajaja. ¿A quién otro debemos atender? ¿A Don Rodrigo (de Llano)?

O: A su amigo (Julio) Teissier, hombre. Rodrigo… sí…

F: ¿A Teissier qué me sugiere?

O: A Teissier lo mismo, mi Flor.

F: ¿Igual camino?

O: Igual… o lana. O un corte de casimir.

F: O un objeto de plata para su casa.

O: A don Rodrigo… Whisky.

F: ¿Whisky?

O: Sí.

F: Oiga, ¿y no le gusta a don Rodrigo el buen vino tinto?

O: Sí. A él le gusta marca Wusson, que es muy difícil de conseguir. Quedaron de surtirme el otro día que encargué una caja.

F: Pero ya nos dijo el otro día que nos gusta el buen Chivas. Le puedo mandar unas tres botellas del buen Chivas. Es un buen regalo.

O: Sí, es un buen regalo.

F: A Teissier un objeto de plata.

O: A esa gente mejor lana.

F: Es más práctico, ¿verdad?

O: Siempre anda tras ella.

F: ¿No hay alguno otra persona que debamos atender?

O: A El ABC, mi Flor.

F: ¿Pues qué siguiere usted?

O: Pues a esas gentes que tienen tanto, mi Flor… Pues Champaña.

F: Bueno.

O: No puede ser menos.

F: No. No.

O: Una gente de esa categoría.

F: Claro.

O: Le manda usted una cosa de plata… ¿Qué más tendrán?

F: No… toneladas.

O: ¿Verdad? Jajaja.

F: Jajaja.

O: ¡Más que las que hay ahorita en las minas de Pachuca!

F: Jajaja. Indudablemente.

O: ¿Verdad? Pero una buena champaña sí le cae bien.

F: Nunca sobra… Bueno, Pancho… hasta mañana.

Hasta aquí la extensa y reveladora conversación.

¿Se imagina el lector cómo se pondrían de acuerdo en la Casa Puebla de Marín durante el conflicto generado por la aprehensión de Lydia Cacho?

Ya lo dijo don Pancho Galindo Ochoa: “A esa gente mejor lana…”

—Es más práctico, ¿verdad?

—Siempre andan tras ella —remataría don Pancho.

Lana u obras públicas, mismas que abundaron para complacer a los amigos periodistas.

Don Julio Scherer García, gran santón del periodismo mexicano, tampoco se salvó de ser grabado.

Menos aún de ser felicitado por don Pancho.

Nótese el tonito de agradecimiento eterno de don Julio, para entonces director de Excélsior:

Francisco Galindo Ochoa (FGO): Salió extraordinario; lo dedican todo con inteligencia y cariño hacia el señor Presidente; lo han hecho como nunca. Comprendo que no podían ignorar esto y que a güevo lo tenían que presentar, pero podían haberlo presentado en una forma o en otra, y lo han presentado en una forma extraordinariamente bien.

Julio Scherer García (JSG): Estoy muy contento de oír esto, pues creo que comparado con los otros periódicos nos los comimos, pero ello se debió a que nos envió el informe con oportunidad.

FGO: Lo hice contrariando normas, pero sabía lo que hacía y con quién lo hacía. Entonces le recomiendo que, como quedamos, le siga así unos días.

JSG: De acuerdo.

El “señor presidente” al que se refieren es Gustavo Díaz Ordaz y el tono solícito de Scherer está muy lejos del que utilizó cuando el propio Galindo Ochoa, ya en el sexenio de José López Portillo, le quitó la publicidad institucional a Proceso.

Ah, la vida que se fue.

Ah, los detallazos.

Cómo no añorar el sexenio marinista que tan magnánimo fue con sus adictos.

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