La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Los diputados del PRI que están tan enojados con el tema del “gasolinazo” tendrían que empezar por poner un ejemplo ahora que con el Pacto de Fortalecimiento Económico regresamos a un escenario de los años idos de la Revolución Mexicana: devolver los 40 millones de pesos que por concepto del Fondo de Infraestructura recibieron en diciembre pasado.

Después del mutismo obligado de la Feliz Navidad y el Próspero Año Nuevo, algunos de los legisladores salieron a hacer declaraciones en contra del incremento de la gasolina olvidando un pequeño detalle: que entre sus “moches” de fin de año contaban con un fondo que les permitirá quedarse cuando menos con ocho millones de pesos por cabeza.

Y es que dicho fondo tiene que ser aterrizado en diversas obras de infraestructura a lo largo y ancho del país.

Me explico: un diputado federal poblano puede bajar recursos en obras a realizarse, por ejemplo, en el estado de Morelos.

La costumbre en este país nos dice que por cada obra se embolsarán un jugoso porcentaje, libre de impuestos, auditorías y vigilancia.

Ninguno de ellos, eso sí, podrá quedarse con los recursos aprobados y entregados en la más absoluta clandestinidad cameral.

Las obras —por más mal hechas que estén— tienen que realizarse en los municipios que ellos elijan.

La gran noticia —para ellos— es que no están atados de manos en sus distritos.

Es decir: el fondo de infraestructura obedecerá a las leyes del mercado.

En otras palabras: a la oferta y a la demanda.

Puede darse el caso de que un gobernador les compre a un grupo de estos diputados las suficientes obras como para mejorar considerablemente su estado.

En este escenario, todos saldrían ganando.

El citado gobernador sin rostro ganaría en popularidad.

Los legisladores, en recursos.

Recursos económicos para sus bolsillos.

Este es el México que prevalece después del Pacto.

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