La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Los mitos geniales dejan de serlo cuando la realidad los apabulla.

Uno, dos, tres reconocimientos salieron de los labios del gobernador Gali hacia el “gobernador” Moreno Valle —así lo llamó—, y las porras del lado derecho del Auditorio Metropolitano casi sacan las matracas y el confeti.

Luego, cuando el nuevo gobernador ya tenía en un puño a los cinco mil asistentes, hizo una pausa para elogiar abiertamente el trabajo que realizó en Puebla Martha Érika Alonso de Moreno Valle.

En todos los casos se sumó a los aplausos Ricardo Anaya, dirigente nacional del PAN, quien se vio todo el tiempo relajado y sonriente al lado de la mismísima secretaria general del albiazul en Puebla.

Quien hizo una huelga de brazos caídos en esas cuatro ovaciones fue Fernando Manzanilla Prieto, cuñado del ex gobernador y habitante hasta hace poco de la residencia del Club de Golf Las Fuentes, donde vive ahora el matrimonio Moreno Valle-Alonso.

Al lado de Manzanilla —quien reapareció en los actos públicos tras una larga ausencia— se sentó un verborreico Fernando Treviño, ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial, quien atosigó al denominado “cuñado incómodo” durante todo el discurso del gobernador Gali.

Fue una toma de posesión inédita la de este miércoles, muy diferente a la que escenificaron hace 24 años en el Auditorio de la Reforma Manuel Bartlett Díaz y Mariano Piña Olaya.

(Aquella vez, apenas rindió protesta, Bartlett se le fue encima a su antecesor con toda clase de descalificaciones. El final fue previsible: don Mariano, humillado y ofendido, abandonó el auditorio prácticamente solo, en tanto que los búfalos no dejaban de adular al nuevo gobernador).

Tony Gali le dio un lugar en la mesa de honor a Moreno Valle, quien se enlazó en un abrazo con el nuevo huésped de Casa Puebla tras el primer reconocimiento.

Quienes esperaban un divorcio entre ambos se quedaron esperando y de pie, pues no hubo sitio para ellos y sus malos augurios.

El acto de este miércoles dejó en claro que no hay lugar para las traiciones ni las cuchilladas por la espalda.

Así lo sintió Moreno Valle, pues no perdió la sonrisa en ningún momento.

Tan cómodo estaba que de pronto bromeaba con Roberto Flores Toledano, presidente del Tribunal, y con Pepe Chedraui, diputado local priista sentado a metro y medio de su lado derecho.

Tony Gali le dio un nuevo ritmo a los discursos del gobernador, una vez que se permitió algunas bromas que provocaron las risas de los 17 gobernadores y los empresarios y políticos asistentes.

No hubo titubeos en el discurso.

El gobernador Gali se adueñó del micrófono y del auditorio desde el minuto uno, cuando entró aplaudiéndole al público desde su traje oscuro.

Tras rendir la protesta de ley, fue bordando los 22 compromisos que está dispuesto a cumplir en los 22 meses que vienen.

También se dio espacio para enviarle un mensaje solidario al presidente Peña Nieto ante las recientes embestidas del presidente Trump.

Emocionada, en la mesa de honor, Rosario Robles, titular de la SEDATU, aplaudió y movió la cabeza como diciendo “sí, sí, sí”.

Ahí estuvieron los priistas.

No todos.

La senadora Blanca Alcalá —que contendió contra Gali en junio pasado— no acudió a la toma de posesión.

Sí lo hizo, en cambio,  el diputado Jorge Estefan Chidiac, recientemente nombrado presidente de la Comisión de Presupuesto de San Lázaro.

Ahí estuvo, con Rocío García Olmedo, detrás de los nuevos funcionarios: en la segunda fila.

Casi al final, antes de que el gobernador le tomara protesta a su Gabinete, el presidente de la Mesa Directiva, Germán Jiménez, dejó a la deriva a todo mundo cuando se le olvidó cerrar la
sesión.

Fue el propio Moreno Valle quien se lo dijo con la discreción del caso.

“Ah, sí… —dijo el legislador—: se levanta la sesión”.

La cargada de los búfalos no se dejó esperar:

Invadieron pasillos, se tomaron selfies, abrazaron a Hugo Sánchez y al Jefe Diego, y repartieron currículos a los miembros del Gabinete.

Hoy como ayer también se escuchó —como en un coro griego— el tradicional e infaltable “cho gusto, señor licenciado”.

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