La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía

 

Los conozco desde hace tiempo.

Sé de ellos.

Los he visto cruzar avenidas de mierda, bulevares de vómitos.

Sé de qué pie están dispuestos a cojear.

Los he visto apostando en antros de mala muerte.

Siempre están dispuestos a decir que sí.

Son, antes que nada, periodistas vueltos Consigliere.

Vómitos de perro.

Ahí están.

Siempre dispuestos a organizar el caos.

Dan consejos desde sus columnas.

Administran las reputaciones.

Es su negocio.

Y cuando de traicionar se trata no hay ninguno como ellos.

Dictan a la mitad del caos.

(Son zorros veloces).

Se meten en los bolsillos de los hombres de poder.

(No podría ser de otra manera).

Su fin es uno:

Joder al prójimo como a sí mismo.

No se tientan el alma para dar consejos.

Lo han hecho siempre.

Gracias a ellos perdieron los que ya sabemos:

José Luis Flores, Germán Sierra, Blanca Alcalá, Valentín Meneses, Enrique Agüera…

Sus consejos van cargados de veneno.

Todo lo que aconsejaron se perdió.

Saltaron de barco —ya se ve— en el momento justo.

La traición es su signo.

La palabra “lealtad” no cabe en su bolsillo.

Son prostituta vil.

Arteras zorras.

Y ya tenían podrida el alma a los seis años.

Ay, hipócrita lector, mi hermano, mi amigo.

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