La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Varias imágenes en el Tercer Informe de Gobierno de Luis Banck Serrato.

De entrada:

El alcalde de Puebla se presenta ante su auditorio muy lejos del confort de Angelópolis y del Palacio Municipal.

Hoy, nos queda claro, no se trata de engañar con el perfume de Loewe y la mascada de Loewe.

El alcalde Banck quiere mostrarles a los ricos de Puebla el verdadero rostro de esta ciudad que no conocen ni los antiguos presidentes municipales.

Todos los asistentes, o casi todos, son una especie de turistas en Bosques de San Sebastián.

Ese lugar lejano que sólo por equivocación entraba en las agendas de los hombres de poder.

Banck se ve tranquilo —demasiado relajado— ante un auditorio que se estrena ante un nuevo gobernador.

Tony Gali entra como Pedro por su casa, y como Pedro llega, se acomoda y genera un insólito clima de amistad al conversar —durante varios, nutridos, minutos— con quien en la lógica de la política ficción es su enemigo: Jorge Aguilar Chedraui, presidente del Congreso local.

Ya sabemos: hay rumores persistentes que insisten en separarlos.

Lo cierto, lo evidente, es que entre ambos hay una relación tan buena que no puede disfrazarse.

Ahí está, en un auditorio poblado de viento y polvo, toda la clase política.

¿Quién conocía estas tierras?

Muy pocos.

Algunos —viajeros frecuentes— llegaban solamente en tiempos de campañas.

Otros —forasteros obstinados—, sólo viajaban con su spray de polvos y alboradas.

Banck se siente cómodo en su tercer informe.

De hecho es su primero.

El gobernador que lo observa a unos escasos metros suyos rindió los dos primeros.

Banck, el alcalde, se ve de lo más cómodo ante el cruce de todas las apuestas.

Sonríe ante el respetable.

Lanza ofertas audaces,

Reconoce la labor de Moreno Valle, pero, faltaba más, también la del gobernador Tony Gali Fayad.

Hay músculo en el informe.

Sí.

Pero también hechura.

Ahí están los periodistas que nunca fueron a un informe de Moreno Valle.

Algunos se ocultan en la sombra y corren como un Jaime Duende al final de la jornada.

Otros, en cambio, susurran sus columnas que justificarán el cambio de actitud.

Hay viento en la jornada.

Sí.

Hay un susurro de aves.

Sí.

Hay un paisaje inédito.

Sí.

Los nuevos tiempos que corren no conocen de simulaciones.

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