La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

¿A qué iba Manuel Bartlett Díaz —hace algún tiempo—con un psicoanalista de la Ciudad de México?

Algunos dirán:

Es legítimo acudir a ese tipo de terapias.

No hay nada oscuro en ello.

Quien se trata de esa manera no merece descalificaciones ni señalamientos.

Cierto.

Una persona normal tiene todo el derecho de ir con un psicoanalista sin que su asistencia a ese tipo de espacios genere suspicacias.

Lo que pasa es que Bartlett no es una persona normal.

Y más: su pasado político lo tiene anclado a las más diversas polémicas.

El hipócrita lector lo sabe perfectamente:

Fraudes electorales, fraudes patrióticos, cadáveres en el ropero, señalamientos periodísticos de todo tipo…

En uno de sus últimos libros antes de que la muerte tendiera su velo, Luis González de Alba —escritor, periodista, líder estudiantil en 1968, divulgador científico— narra un pasaje revelador.

El autor de “Mi último tequila” (Ediciones Cal y Arena, México, 2016) Se confiesa adicto al psicoanálisis.

En ese sentido, donde estuviera —París, Guadalajara, Distrito Federal— acudía a sus terapias.

Fue en la ciudad de México donde se topó con Bartlett en un consultorio.

Su relato lo refiere sin retóricas.

González de Alba cuenta que en la sala de espera había un paisaje en una de las paredes y que cuando terminó su sesión descubrió al multicitado personaje:

“Me llamó la atención su reflejo: quiso echarse un clavado al río del paisaje entre pinos y montañas. Por eso mismo le puse atención: era Manuel Bartlett.

“A la siguiente sesión le dije:

“—Doctor… Usted sabe que soy periodista, ¿verdad? O algo peor, comentarista político con una columna en La Jornada.

“—Por supuesto, Luis. Me lo dijo usted desde la primera sesión.

“—La semana pasada, después de mí entró Manuel Bartlett… ¿Qué le parecería si publico que Bartlett, el que ofició el fraude de 1988, va al psicoanálisis y, aprovechando que no soy reportero, sino comentarista, hago un poco o mucho de especulación sobre la culpa que corroe al ex secretario de Gobernación…

“—Luis… ¿Haría usted eso?

“—Si hubiera un buen motivo, ni lo dude…

“Así me confirmó, por descuido, que iba a análisis. Pudo haber dicho que le vendía productos Avón o que le estaba consiguiendo visa de residencia a una muy querida amiga austriaca…

“No volví, pero ahora que Bartlett es hombre de izquierda y yo soy de derecha, según gentuza que tiene el mapa al revés, viene al caso: Manuel, ¿qué recovecos de su mala conciencia iba usted a exponer en psicoanálisis sobre diván riguroso? No es asunto de su vida privada: nada en usted pertenece a su vida privada.”

¿Algún día sabremos qué ventiló en los divanes de psicoanálisis nuestro héroe más demócrata y de izquierda de la Revolución Mexicana?

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