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La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Un gran escándalo se ha desatado una vez que trascendió que el director del diario La Prensa —la OEM ya lo tacha de “ex director”— había sido el culpable del robo del jersey del mejor futbolista de americano de los últimos tiempos.

El periodista y escritor Álvaro Delgado —vilipendiado por Federico Arreola en una columna publicada en SDP— escribió en un tuit que un periodista que delinque es, también, un periodista capaz de manipular, escamotear y mentir.

Desde que tengo uso de razón, La Prensa ha manipulado, escamoteado y mentido todos los días.

Eran y siguen siendo célebres sus cabezas asquerosas y sus fotos repugnantes sobre lo que se ha denominado la “sección de sociales de los pobres”: la nota roja.

Lo mismo ha hecho una buena parte del periodismo local y nacional.

En ese sentido, ignoro si los directores de esos medios han delinquido como lo hizo Mauricio Ortega —así se llama el ex de La Prensa— o si la manipulación, el escamoteo o la mentira en las que han incurrido fueron parte de otro tipo de delincuencia más sofisticada, pero igualmente ruin.

(No sé por qué veo un guiño malicioso de Álvaro Delgado a Federico Arreola en este tuit del jersey de Brady).

Esa delincuencia sofisticada consiste en ser parte de una trama vergonzante generada desde el poder que paga con convenios o con obras públicas o con convenios y con obras públicas.

Es una delincuencia que a veces roza la complicidad o el abierto contubernio.

Hay muchos ejemplos a los cuales recurrir.

Me voy por el más recurrente, pero indignante: el Caso Marín-Cacho.

¿Cuántos periodistas callaron a cambio de un convenio?

¿Cuántos periodistas justificaron a Marín a cambio de obras públicas?

¿Cuántos periodistas agredieron en sus columnas a Lydia Cacho en aras de ayudar a Marín?

En ese vergonzoso contexto, Federico Arreola —para entonces director general de Milenio— participó como parte de la delincuencia organizada —no se le puede llamar de otra manera— en la que se convirtió la trama para exonerar a Mario Marín.

Unos agarraron la pata, otros el hocico de la vaca, pero todos participaron en la matanza.

¿Qué hicieron?

Lo que dice el tuit de Álvaro Delgado: manipularon, escamotearon y mintieron.

En otras palabras: delinquieron.

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