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La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Cuando Mario Marín anunció la construcción de La Célula, sus comensales en Casa Puebla —directores y dueños de medios, empresarios, bufones, proxenetas— salieron disparados a comprar tierras en la zona de Oriental, en los límites de Puebla con Veracruz.

La especulación se fue a la alza y sobrevino la construcción de ese Puerto Seco que aspiraba —así nos dijeron— a alentar el comercio en la zona sur-sureste de México.

La prensa marinista aplaudió en sus columnas que la obra costaría 189 millones de pesos de los de 2008.

Y volvió a aplaudir cuando en su inauguración —enero de 2009— se anunció que la obra había tenido un pequeño incremento.

En efecto: de 189 millones pasó a 450 millones.

Pecata minuta.

(Mientras los convenios estuvieran a salvo nada importaba).

La imagen fue celebérrima:

Marín cortó el listón, dijo unas palabras, declaró formalmente inaugurada La Célula y se fue del lugar para siempre.

Nunca regresó.

Tampoco los invitados.

Los inversionistas no llegaron nunca.

De hecho, el Puerto Seco no funcionó jamás.

Los especuladores —enterados del fracaso— vendieron las tierras recién adquiridas.

El tiempo pasó.

El mayor elefante blanco del marinismo —hubo otros: no tan grandes ni tan blancos— seguía ahí como una prueba del fracaso de la revolución marinista.

Ya con Moreno Valle en Casa Puebla, se pensó en la reactivación del elefante seco.

Faltó una cosa: el suficiente interés.

En estos días, el gobernador Tony Gali anunció lo impensable: que rescatará La Célula para un proyecto de celdas solares.

Los especuladores —proxenetas, bufones, empresarios— están en tiempo de comprar las tierras aledañas como en 2008.

Ya después habrán de revenderlas.

 

Los Muertos Gozan de Cabal Salud

Desde Xalapa corren versiones titubeantes: Javier Duarte y su esposa han pasado a mejor vida.

No, hipócrita lector: nada que ver con el feng-shui ni con otra de esas fumadas esotéricas.

Mejor vida significa para los veracruzanos que cruzaron el río: llegaron a la otra orilla.

Las versiones —polémicas, audaces— circulan en las mesas veracruzanas como quien toca La Bamba o El Tilingo Lingo.

Hay cierto espanto en esas voces.

Luego viene el bisbiseo.

Y un escalofrío como el que tienen los Porkys desde que fueron descubiertos en sus marranadas.

 

La Muertita y el Entierro

Que un cadáver político anoréxico como Josefina Vázquez Mota diga que doña Delfina Gómez es un títere de López Obrador es cosa de risa.

Y es que si ha habido un títere patético en la política nacional en los últimos años ha sido precisamente quien llama “títere” a la mujer que podría quedarse con la gubernatura del Estado de México.

Como lo reveló el brutal reportaje que Álvaro Delgado publicó este domingo en Proceso, doña Josefina va directo al Camposanto.

Una vez más.

Traicionada por los mismos que le dieron cabal sepultura en 2012.

Ya le gustó el entierro a la muertita.

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