Este panista de cuna asegura que el declive de este grupo de extrema derecha germinó en su interior con la división de grupos que sólo perseguían intereses personales; en el pase de lista figuran Paco Fraile y Ana Teresa Aranda

Por Guadalupe Juárez 

Apocados, confrontados políticamente, ahogados en un historial de dádivas y derrotas electorales a cambio de jugosos negocios; marginados por los jerarcas religiosos y atrapados en grupos fachada han sido rebasados por la sociedad. Esa es la pesada losa que la Organización Nacional del Yunque enfrenta en nuestros días, una realidad que los llevó a un paso de la extinción.

José María Iguíniz Cárdenas, integrante de una de las familias tradicionales del panismo poblano, no duda de cada una de sus palabras y en su análisis sobre El Yunque.

Es más, en una entrevista que concede a 24 Horas Puebla, afirma que los organismos empresariales y organizaciones civiles bajo su manto no le fueron suficientes a esta agrupación secreta. Requería, dice, una plataforma en la que pudiera acercarse al poder; fue así como sin dejar más rastro que el rumor de su presencia se apoderó del Partido Acción Nacional (PAN).

Puebla fue testigo de cómo estos personajes se adueñaron del blanquiazul y de cómo ellos mismos perdieron el control por sobreponer intereses personales al juramento de su iniciación.

Y, concluye: El fin de El Yunque ya comenzó y muy pocos se dieron cuenta.

El asalto al PAN

José María Iguíniz toma un sorbo a su café. Quienes lo conocen saben que es un hombre que nunca para de hablar. Tiene tema para todo. Y uno de sus preferidos es el binomio Yunque-PAN.

Iguíniz Cárdenas es hijo de Manuel Iguíniz, uno de los panistas tradicionales y considerado entre los fundadores de esta fuerza política, cuyo objetivo era que crecieran los militantes y la presencia del PAN en la entidad poblana. Ambos, padre e hijo, se convirtieron en testigos de la forma de operar de El Yunque y de su auge dentro del blanquiazul.

“Las candidaturas (en la oposición) eran muy difíciles en ese entonces, los pocos militantes (panistas) ya no deseaban participar por lo desgastante de las campañas, ponían en peligro sus trabajos. En esa búsqueda de adeptos se acerca el Dhiac (Desarrollo Humano Integral y Acción Ciudadana, una organización ligada a la ultraderecha mexicana), con Francisco Fraile García y Ana Teresa Aranda, dan el golpe de timón y toman el partido”, relata.

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En la misma historia del PAN –documento localizado dentro del contenido en la página del partido en Puebla– sólo hacen referencia a El Yunque como un rumor, sin fechas de su ingreso a sus filas.

Pero para Iguíniz Cárdenas, la llegada de este grupo secreto se concretó en los años 80, cuando Ricardo Villa Escalera fue candidato a la presidencia municipal y entre su equipo de campaña había un grupo de jóvenes quienes, tras apoyarlo, se quedaron en el albiazul poblano, lo cual los llevó a participar en cada proceso interno y externo que vivió.

“Jorge Ocejo Moreno, Ana Teresa Aranda, Luis Antonio Díaz García, los Arrubarrena, muchos de los hijos de los yunque entran a Acción Nacional y echan fuera a militantes distinguidos. Si tú ves, estos militantes dejan de participar porque les cierran las puertas, los confrontan”, agrega.

A partir de ese momento, los yunquistas se dedicaron a cooptar el voto, a tomar el control de las membresías del partido y a cerrar las puertas a los militantes que no simpatizaban con ellos. “Atropellan al PAN, las elecciones se comienzan a caracterizar por la compra de votos en los baños y por la corrupción dentro del partido, por no permitir la entrada más que sólo a militantes dentro de su corriente. Ellos sí se conocen, ellos avalan a sus simpatizantes, y así intentaban mantener el control del partido”, dice.

FOTOS: ÁNGEL FLORES
FOTOS: ÁNGEL FLORES

Los negocios de El Yunque con el gobierno

Pero los miembros de ultraderecha tenían un plan detrás de esa toma del control del PAN: cedieron el poder a cambio de dádivas y beneficios para ellos y su gente cercana. Era fácil: negociar campañas por posiciones o negocios para sus empresas familiares.

“Algo que es muy evidente es la función de Paco Fraile (ex dirigente del PAN): la negociación de derrotas con el gobierno estatal, esto es totalmente conocido en Acción Nacional, la negociación de El Yunque obteniendo obras, prebendas, hasta con la compra de inmuebles de Acción Nacional, de mobiliario, vehículos, siempre ha prevalecido el negocio con ellos”, asegura el todavía militante panista.

Un ejemplo de ello –cita– es la compra de una de las casas del partido con precio a sobrecosto, aunque elude abundar en el tema.

Dentro de las anécdotas que Iguínez guarda de los miembros del albiazul está la de Ramón Mantilla –uno de los miembros más destacados de El Yunque–, quien como presidente de la Concanaco habría negociado elecciones a cambio de la colocación de alfombras, con su empresa, en los edificios de gobierno, uno de ellos en el sexenio de Mariano Piña Olaya.

“Inclusive algo muy interesante es en las juntas de Concanaco y en el PAN, negociaban la colocación de alfombras, fui testigo de ello. También los Rodríguez y Jorge Espina Reyes dedicados de lleno a construirle al gobierno”, enfatiza.

Iguíniz Cárdenas reconoce que fue uno de los principales colaboradores, por una década, de Eduardo García Suárez, conocido como El Pichón, quien fuera fundador de la UPAEP, miembro de esta organización y posteriormente expulsado de la misma. El entrevistado, de hecho, también terminó por romper lanzas con el empresario.

En esos largos 10 años, dice, se percató de las reuniones secretas de El Yunque, sus negocios y sus conflictos internos que los llevaron a su declive.

“(García Suárez) era presidente de la feria, al mismo tiempo que confrontan, exponen grabaciones, que rentan en cines para exponer a los políticos mexicanos y marchas en contra de gobierno. Pero por otro lado obtienen obras. A Eduardo García Suárez le dan la Feria de Puebla por ello”, narra.

Dentro de los movimientos de El Yunque, recuerda, se encuentra la construcción del Edificio Empresarial que habría sido producto de un acto de corrupción: García Suárez envió dos bolsas de papel estraza repletas de billetes, con lo cual la Cámara de Comercio le adjudicó la construcción de dicha edificación.

“Yo tuve acercamiento a El Yunque, pero nunca entré a las reuniones, llegan a un domicilio y se reúnen para tomar decisiones, son reuniones secretas. Te comento que a mí se me pidió que entrara al Yunque, aunque algunas batallas las compartimos no comulgaba con sus ideas; a través de engaños me trataban de incluir a un campamento donde tenían ritos de iniciación, yo me escapé y no comulgaba con sus ideas”, asevera.

Sin embargo, los miembros de El Yunque comenzarían a pelear por esas dádivas; dentro de la misma organización se dividieron en grupos que los llevarían a su degradación y a constantes peleas entre ellos.

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El inicio del fin de El Yunque

“Su decadencia empieza porque estas organizaciones que penetran (al PAN) empiezan a desaparecer y en otras pierden el control, y es muy notorio, muchas ya son inexistentes o disminuidas, el objeto era acceder al poder, y una vez que estuvieron cercanos al poder lo dejaron por las ambiciones personales. (…) ‘¿Por qué él?, ¿Por qué yo no?’ Empieza el relevo a su juramento y al PAN lo empiezan a convertir en una agencia de colocación de los hijos de los jerarcas, los príncipes de El Yunque”, opina.

A decir de Iguíniz Cárdenas, fue en ese momento cuando la Upaep se convirtió en el semillero de El Yunque, de ahí surgen personajes como el ex edil Eduardo Rivera Pérez y el ex presidente estatal del PAN Rafael Micalco Méndez, a quienes tilda de soldados del Yunque, los encargados de mantener el control del PAN.

“Atrás de Lalo (Rivera Pérez) está Antonio Díaz García, conocido como El Mosco; Íñigo Ocejo Rojo, que son quienes recibían el dinero y los que se entendían;  Jorge Ocejo Moreno –padre de Íñigo– ha ocupado las grandes posiciones del PAN sin participar en elecciones”.

No obstante, a pesar de ese esfuerzo, la llegada de Rafael Moreno Valle al partido –desde su perspectiva– es el punto clave donde todos caen en cuenta que el PAN ya no le pertenece a este grupo de extrema derecha. Incluso, el actual dirigente nacional, Ricardo Anaya Cortés, tampoco es integrante de esta organización.

“Yo creo que gran parte se debe a Rafael Moreno Valle y, otra a otros panistas, a quienes se les escapó de la mano el control de El Yunque; para mí es muy claro que Ricardo Anaya no es de ellos, y se notó en el desempeño de estos yunquistas, fue muy precario, muy deficiente y han ido perdiendo el control de las estructuras. Se ha permitido la intromisión de nuevos miembros, y con ello lo han liberado”, sostiene.

Otro de los factores que los debilitaron, menciona, es que perdieron la protección de la Iglesia desde 1975, después de que Octaviano Márquez y Toriz dejara el arzobispado por su fallecimiento. El mismo sacerdote, asegura, era el encargado de bendecir las armas que utilizaban los yunquistas.

“A Rosendo Huesca (el encargado de relevar en el arzobispado de Puebla a Márquez y Toriz) inclusive lo denostan, es atacado por El Yunque y (el actual arzobispo Víctor Sánchez) Espinosa no les da espacio. Las puertas se cerraron para ellos e influye; en muchos de los que participaron que eran la defensa del catolicismo en contra del comunismo, muchos actores que, ya lo descalifican, ya no participan, se ha debilitado por un problema de congruencia y de continuidad”, asegura.

Desde su perspectiva, las divisiones entre los propios yunquistas los debilitaron conforme pasó el tiempo, al grado de ponerse trabas para las candidaturas y los espacios dentro del partido, como ocurrió entre Francisco Fraile y Ana Teresa Aranda; las disputas entre Luis Paredes y Francisco Emmelhainz, hasta el año 2000 en la presidencia de Vicente Fox, con las peleas entre Josefina Vázquez Mota y Ana Teresa Aranda Orozco.

En este último caso, Vázquez Mota protagonizó disputas contra Aranda Orozco que podrían prevalecer hasta la fecha, pues la ex panista contaba con el apoyo incondicional de Felipe Calderón y Margarita Zavala.

Pero el fin de El Yunque en Puebla tuvo lugar en un restaurante, en un homenaje a panistas destacados donde se encontraba Rafael Moreno Valle y Jorge Ocejo Moreno.

“Ocejo Moreno tuvo la palabra por 15 minutos frente a la militancia, con una retórica muy oscurantista, caracterizada por su pragmatismo, la gente lo escucha y cuando termina le dan un aplauso para agradecer que terminara. Ahí, habla Rafael Moreno Valle y obtiene una ovación enorme, habla de democracia y el panismo se le entrega, para mí ese es el fin de El Yunque”, concluye el panista.

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