La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía

 

Mario Marín Torres ya logró colar a su extraña debilidad —Alejandro Armenta Mier— en el partido de López Obrador.

Ahora trabaja en otra misión:

Convertirse en el candidato a diputado federal por el distrito de Acatlán.

Las señales enviadas por Humberto Moreira y otros impresentables —en el sentido de aspirar a ser legisladores en San Lázaro— le abrieron los ojos y lo convencieron de que hoy, faltaba más, hasta él tiene posibilidades de ganar una elección.

Ya olvidó el escándalo que generó su apoyo a Blanca Alcalá en los comicios del año pasado.

Atrás quedaron sus amargos recuerdos ligados a Lydia Cacho.

Ahora, después de su breve exilio español en espera de que pasara la noche morenovallista —negra noche para él—, el notario Marín está convencido que el pueblo ya se olvidó del caso Marín-Cacho.

En pocas palabras: se siente rehabilitado.

Antes del ruido que provocó su apoyo a Alcalá, nuestro personaje estaba convencido de que podría ser senador.

Hoy, sin embargo, se conforma con ser diputado federal.

Y ya está trabajando para lograrlo.

El lector se preguntará:

¿Por qué eligió Acatlán?

Sencillo:

Porque en las elecciones de 2018 —según encuestas confiables que tienen en el partidazo— el PRI sólo ganará cinco distritos: Acatlán, Zacatlán, Huauchinango, Atlixco y Ajalpan.

(Estos dos últimos serán, inevitablemente, para Antorcha Campesina).

No será extraño ver a Marín cabildear de tiempo completo en aras de lograr sus más caros sueños húmedos: tener fuero y codearse con la clase política nacional.

David Villa Issa, ¿Prófugo de la Justicia?

Hace algunos días, quien esto escribe publicó que Fernando Manzanilla habría operado para que David Villa Issa —el “Don Dinero” de Mario Marín— fuese exonerado del procedimiento administrativo de determinación de responsabilidades instrumentado por la Contraloría estatal en tiempos de Patricia Leal Islas, primero, y de Alejandro Torres Palmer, después.

Todo esto en el sexenio de Rafael Moreno Valle.

Un día después de que Francisco Castillo Montemayor fue ingresado al Cereso de San Miguel —según lo consignó el columnista Carlos Gómez—, Villa Issa se amparó en contra de una eventual orden de aprehensión.

En ese contexto, como lo reveló el columnista Alejandro Mondragón, nuestro personaje logró evitar —gracias a un amparo otorgado por el Poder Judicial de la Federación— una inhabilitación por 12 años, la “restitución del daño causado al erario estatal por el equivalente a $37,376,379.99 (treinta y siete millones trescientos setenta y seis mil trescientos setenta y nueve pesos, noventa y nueve centavos, moneda nacional)” y una sanción económica “por un año y medio del salario que percibió en la anualidad que se cometió el ilícito”.

El propio Mondragón señaló que, pese al amparo federal, la Contraloría buscó aplicarle las sanciones.

En ese callejón sin salida, y una vez concluido el sexenio de Moreno Valle, apareció —al decir de fuentes confiables que pidieron la gracia del anonimato—el mismísimo Fernando Manzanilla para operar, con éxito, en favor de David Villa Issa.

La operación resultó un éxito en primera instancia.
Pero algo ocurrió después que tiró el acuerdo.

¿Qué se movió de su lugar?

¿Por qué se pasó del beneplácito al manotazo?

¿Quién le tiró la charola al merenguero?

Hoy por hoy, nos dice la misma fuente que reveló la intervención de Manzanilla, David Villa Issa, ex subsecretario de Egresos en el sexenio de Marín, es técnicamente un prófugo de la justicia.

Y es que la orden de aprehensión se habría reactivado.

La duda mata:

¿Es real esta última versión?

¿Villa Issa se encuentra en calidad de prófugo?

La fuente no titubea.

Y confirma esta versión con una seguridad que pasma.

Y agrega algo:

“David está muy enfermo, y en esas condiciones no ha tenido más remedio que ocultarse ante una eventual orden de aprehensión”.

Ufff.

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