La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

En el Triángulo Rojo todo se mueve en función de Antonio Martínez Fuentes, el “Toñín”, jefe del cártel de los huachicoleros.

Vea el hipócrita lector:

Un primo del Toñín filmó la presunta ejecución de un tío del Toñín minutos después de que otro primo del Toñín fue ultimado por el compañero del militar al que mató por la espalda.

Primos, tíos, sobrinos.

La familia entera.

Y en esta trama no falta una tía abuela del Toñín —madre de Raúl Jiménez Martínez— que llora por la muerte de una criatura más de la familia.

Juan Carlos Fuentes, primo del Toñín, es conocido como el “Pajarillo”.

La casa desde la que se filmaron los videos de la refriega del 3 de mayo entre militares y huachicoleros es suya.

Y más que casa, es un corral donde se almacenaban miles de litros de combustible robado.

Él filmó varias horas de videos y grabó con un celular la crónica de lo ahí ocurrido.

Cuando los militares descubrieron las cámaras de seguridad, dejó su casa.

Raúl Jiménez, la víctima, algún día fue un campesino que sembraba hortalizas.

Dejó de serlo cuando su sobrino, el “Toñín”, descubrió que el diablo había sembrado debajo de su pueblo auténticos veneros de combustible.

Entonces se incorporó al cártel de los huachicoleros en calidad de escolta del “Pavín” —Pablo Martínez—, primo del “Toñín” que fue asesinado tras matar por la espalda a un militar.

El “Pavín” era uno de los hombres más cercanos al “Toñín”.

Él fue quien mató —al decir de fuentes judiciales— a un modesto cebollero momentos antes de que iniciara la refriega entre la Policía Militar y el cártel.

Dicen que lo mató por boquiflojo.

Ya había sospechas de su deslealtad.

Todo empezó cuando, en un patio cerrado, el “Toñín” celebraba con sus cercanos el Día de la Santa Cruz.

A esa misma hora, un convoy formado por militares de la 25 zona militar y técnicos de PEMEX acudió a las afueras de Palmarito a solucionar una fuga en uno de los ductos.

Un halconcito en motocicleta dio aviso del “sospechoso” convoy.

Los sicarios del “Toñín” se movilizaron.

Hubo incluso quienes les cerraron el paso a los militares.

Brevemente.

Ni un solo tiro dispararon, pero sonó la voz de alarma.

La Policía Militar se apersonó en el área.

Convencido de que el cebollero había sido el chivato, el “Pavín” fue a buscarlo y lo mató con su pistola 9 mm.

(Luego culparon al ejército de haberlo asesinado).

La confusión de origen convirtió a Palmarito en una escena delirante de ráfagas, muertos y heridos.

Y sobrevino lo que ya sabemos.

Palmarito era un pueblo tranquilo hasta que alguien descubrió la puerta del huachicol.

Las cosas empezaron a cambiar.

Como en la Antioquía de Pablo Escobar Gaviria o como en algunos pueblos del norte del país, la cultura popular en Palmarito tuvo un quiebre brutal.

Y del espanto, los pobladores pasaron a la complicidad.

(Un antropólogo explicaría mejor este fenómeno).

Las fiestas abundaron.

También las camionetas último modelo.

El dinero empezó a pasar de mano en mano y pronto dejó de haber  lugar para el disimulo.

En Antioquía, Colombia, todos trabajaban para Pablo Escobar.

En Palmarito Tochapan, México, todos trabajan para Antonio Martínez, el “Toñín”.

Como lo dijo un anónimo poblador de esa villa de Quecholac en el noticiero del jueves de Denise Maerker: “Como dice el ‘Toñín’: estás conmigo o estás con el diablo”.

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