Pese a que sus pobladores reiteran su condición humilde, la localidad ha sido epicentro del huachicoleo desde hace seis años

Por Mario Galeana  

“Somos sólo campesinos”, dicen y repiten los pobladores de Palmarito Tochapan, en el municipio de Quecholac, aunque su localidad sea hoy uno de los epicentros en la larga cadena de robo de combustible en el estado.

Ni siquiera la extraña instalación de cámaras de videovigilancia por las calles, la presencia de hombres que portan chalecos antibalas y el deambular de camionetas BMW blindadas saca a los habitantes de su versión.

Antes de que los ojos del país voltearan hacia Palmarito Tochapan, la localidad había sido, en los últimos años, escenario de explosiones de tomas clandestinas, enfrentamientos con militares, ejecuciones y flujo de armas de alto calibre.

Incluso a finales del año pasado, un video difundido por la prensa dio cuenta de que en la junta auxiliar las mujeres y los niños se interponían entre el Ejército y los huachicoleros, tal y como ocurrió la noche del 3 de mayo.

No hay autoridad que lo haya señalado de manera directa, pero hay indicios para creer que lo acontecido en Palmarito Tochapan revela el primer caso en Puebla de una localidad entera cooptada por el crimen organizado, en su modalidad de robo de combustible.

Y, quizá, detrás del “somos sólo campesinos” haya otra historia.

Una historia que tiene como apéndice 2014, año en el que 13 personas fueron detenidas con potentes armas de fuego.

O 2015, año en que una toma clandestina en la localidad provocó un incendio en uno de los principales ductos de Pemex en el país que duró día y medio.

Aunque el año más violento fue, sin duda, 2016. Allí, los distintos grupos criminales hicieron públicas sus disputas por la plaza y se corretearon a balazos; la Policía Federal abatió a un presunto huachicolero; y, además, los pobladores corrieron a pedradas a un grupo de militares.

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“Se quieren llevar la camioneta, no hay que dejar que se la lleven. ¡Pendejos! ¡Vamos a amarrar a estos buitres! ¡Hijos de su puta madre! ¡No pueden ni arrancarla los mensos! ¡Ahorita viene gente por ustedes, pendejos!”, gritaban hombres y mujeres, mientras filmaban con sus teléfonos celulares.

La multitud avanzaba hasta las fuerzas castrenses y, de hecho, un hombre cargaba a una niña como escudo mientras arrojaba piedras y palos hasta un vehículo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

Hechos delictivos

Recientemente, en febrero de 2017, un presunto halcón o vigía de un grupo criminal fue asesinado en las inmediaciones de la localidad. Fue reconocido como Juan Manuel S., de 25 años de edad.

Según versiones periodísticas el occiso conducía una motocicleta al recibir los disparos. Las autoridades no hicieron públicas las indagatorias, por lo que se desconoce si los agresores eran policías o miembros de una organización delictiva rival.

Un mes antes, en enero, las autoridades hallaron en un campo de beisbol el cadáver de Guadalupe Sebastián Fuentes Beristaín, quien recibió disparos en el rostro.

Los medios atribuyeron que su muerte podría ser parte de la histórica rencilla entre las familias Aquino y Fuentes, quienes entre 2009 y 2011 cometieron múltiples homicidios para controlar giros delictivos en la región.

2016: explosiones y ejecuciones

El mayor pico de violencia para la comunidad se registró en 2016. Ese año hubo al menos tres personas ejecutadas y se localizaron dos explosiones en bodegas clandestinas y tomas ilegales a los ductos de Pemex.

El 24 de noviembre de 2016 se identificó el estallido en un domicilio que era utilizado para almacenar combustible robado. La columna de humo negro que se formó se elevó tanto que era perceptible a varios kilómetros del lugar.

A mediados de marzo, una toma clandestina ubicada en un campo de hortalizas explotó y sofocar el incendio llevó más de 36 horas.

El siniestro ocurrió la madrugada del 15 de marzo y fue necesaria la presencia de bomberos de Veracruz para apagar el incendio.

Muy cerca del lugar de la explosión, a altura del kilómetro 185 de la autopista Puebla-Orizaba, un hombre apareció acribillado la mañana del 11 de enero de 2016.

El sujeto fue identificado como Luis Alberto Navarro Navarro y sus agresores, de acuerdo con distintos testimonios, portaban armas de grueso calibre y viajaban en autos particulares, por lo que se cree que su homicidio formó parte de la disputa que mantienen distintas células delictivas por el control del robo de combustible en la región.

Las disputas llevaron a un nuevo enfrentamiento el 9 de septiembre de ese año, donde tres personas resultaron heridas.

De acuerdo con las versiones difundidas en medios, los tres hombres viajaban en un Chrysler modelo 1986 de color negro sin placas que se dirigía hacia Palmarito, pero sujetos armados dispararon hacia ellos y huyeron con rumbo desconocido.

En otra persecución registrada el 16 de mayo un presunto huachicolero fue abatido por integrantes de la Policía Federal. Los sujetos viajaban en una camioneta RAM color azul sin placas, cuando abrieron fuego hacia los policías federales, quienes iniciaron su persecución e hirieron a otros cuatro.

En 2015, un hombre y una mujer que viajaban a bordo de una camioneta con las mismas características fueron baleados por un grupo desconocido de hombres. El incidente ocurrió el 3 de agosto de 2015 y, al parecer, no hubo ningún detenido.

Un año antes, en 2014, la Procuraduría General de Justicia detuvo en Palmarito a 13 personas que portaban armas de fuego de grueso calibre, como 7.62, .223, y  9 milímetros.

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