La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía

¿Por qué se pierde una elección?

Hay varias causas:

Desde el uso indiscriminado de recursos públicos, hasta la ineptitud o impericia para cuidar las casillas electorales.

En 2006 y 2012, López Obrador perdió, en parte, porque su ejército electoral fue 1) comprado, 2) cooptado, 3) burlado.

Entendió entonces que para no volver a ser una víctima electoral había que crear un partido que le cubriera esos flancos.

Así nació MORENA.

(Igual que los mexicanos: de una madre violada).

Uno supondría que en estos últimos años, algunos de los parias que siguen a AMLO se habían puesto a trabajar en el tema.

Ahora se ve que no.

Los Mario Delgado, los Martí Batres, los Alejandro Encinas, los Manuel Bartlett ––por mencionar a varios príncipes de la izquierda patria–– sólo se dedicaron a lucrar con la imagen de AMLO y a vivir como reyes.

Entre otras canonjías hay que mencionar las onerosas participaciones con gorgojos que reciben en el Senado.

¿Quién estuvo a cargo de cuidar al ejército electoral de MORENA en el Estado de México?

Uno pensaría que los maestros enviados por Elba Esther Gordillo cumplirían ese rol.

Si fue así, qué tragedia, pues resultaron unos buenos para nada.

Si no fue así, igualmente trágico, ya que su inoperancia le metió gorgojos a las elecciones.

Y es que fuentes ligadas a AMLO aseguran ––entre la pesadumbre y la rabia–– que se dejó de cubrir el 30 por ciento de las 18 mil 605 casillas.

Hablamos, pues, de unas 6 mil casillas que no tuvieron representantes de MORENA.

Seis mil casillas a expensas de puercos, cerdos, cochinos, marranos.

Seis mil casillas en el contexto de una elección fundamental para 2018.

La película que empezamos a ver en la madrugada de este lunes fue de antología.

Varios tuiteros alertaron sobre el extraño movimiento de los números del Programa de Resultados Preliminares del Instituto Electoral del Estado de México.

Arne Aus den Ruthen ––que dejó la burocracia por el Movimiento Antigandalla–– subió una imagen en movimiento cuajada de números para ejemplificar cómo a eso de las 00:30 minutos Alfredo del Mazo empezaría a desplazar a Delfina Gómez.

Y no se equivocó.

Las tendencias a favor del priista afloraron.

Los nervios sobrecogieron a los tuiteros de la izquierda patria.

Léase: el novelista Fabrizio Mejía, el antropólogo Héctor Díaz Polanco, el abogado John Ackerman.

Uno admitió que lo que estaba viendo era la escena de una vieja película de terror y fraude de los años ochenta interpretada por el primer actor Manuel Bartlett, hoy camarada suyo.

Otro pensó en el Fraude Patriótico, película interpretada por el mismo personaje.

Uno más creyó que todo esto era un deja vu que tenía como base el 2006.

¿Por qué sucedió lo que muchos vimos?

Por una razón puberta y senil al mismo tiempo:

El ejército de MORENA no alcanzó a cubrir el 30 por ciento de las casillas montadas.

Con ese porcentaje de voto, se imaginará el hipócrita lector, se puede hacer cualquier cosa:

Desde crear con decenas de miles de votos al César Costa del PRD ––Juan Zepeda–– hasta inyectarle sangre nueva al primo consentido del presidente Peña Nieto.

Y todo por cortesía de MORENA.

Hay varios signos que hablan de que López Obrador no hará gran cosa en esta trama: 1) abandonó a Delfina el día D, 2) se fue a meter a su casa a grabar videos relajados y somnolientos que llaman a la calma, 3) no está en su mente desobediencia civil alguna, 4) su gente cercana ya empezó a echarle la culpa al miserable pueblo del Estado de México que se vendió por hambre.

Esos personajes cercanos tuitearon cosas como “¿qué se puede esperar de un pueblo que inició la tradición de gritarle ‘puto’ a los porteros de los equipos contrarios?”.

Otro más fue muy conciso:

“En el Edomex confirmamos que el que por su gusto es buey, hasta la coyunda lame”.

Y hubo otro que bautizó a la entidad como el Establo de México.

Fuera de estas bagatelas, lo real es que al interior del equipo de MORENA ha empezado a crecer la voz de que no hay nada que hacer ante el fraude orquestado por la sencilla razón ––puberta y senil al mismo tiempo–– de que no cuidaron algo así como seis mil casillas.

Regrésense mejor a los tiempos del Lupillo en Puebla, quien solía gritar a la “hora del amigo”: “Patria ya, chelas para todos”.

 

 

Nota Bene: Alberto Jiménez Merino ––marinista conspicuo, amigo de los búfalos de agua–– estaba como un gallito giro hace unos días y a todo mundo le empezó a informar que ya se iba del PRI.

––¿Te vas a MORENA? ––le preguntaban.

Y una sonrisa aparecía como respuesta.

Un día escogió para anunciar su salida:

El lunes 5 de junio, cuando el triunfo de MORENA en el Estado de México ––pensaba, deseaba, imaginaba–– sea incontrovertible y no dejara lugar a dudas.

Pero llegó la noche del 4 y todo se complicó.

Un panorama oscuro se instaló en la cabeza de muchos marinistas que ya habían hecho las maletas.

Hoy por hoy, mientras tanto, la anunciada salida del PRI de Jiménez Merino no se ha concretado.

¿Qué espera ahora?

¿Que la maestra Delfina gane en Tribunales?

Tic tac, tic tac, tic tac…

El reloj se está agotando.

El público está expectante.

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