La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
El avión presidencial seguramente era una fiesta cuando voló a Guatemala este lunes 5 de junio.
Las crónicas periodísticas así lo dicen.
El presidente Peña Nieto era todo sonrisas.
A todos les decía más que jubiloso:
—¿Cómo viste? ¡Ganamos!
Cuando Juan Preciado llegó a Comala preguntando por su padre no iba tan feliz, tan pleno, como Enrique Peña Nieto subiendo al poderoso Boeing Dreamliner 787: el poderoso avión presidencial.
Las fiestas del pensamiento eran las fiestas de las manos como hubiera deseado Nietzsche.
Y sólo había un tema.
O dos.
Del Mazo y López Obrador.
O mejor dicho:
Peña Nieto y AMLO.
Y:
La elección triunfal en el Edomex como espantosamente todo mundo le llama al Estado de México.
En medio de esa euforia o a la mitad de esa euforia, iba la senadora Blanca Alcalá:
Poblana y presidenta del Parlatino.
Y algo más:
La única legisladora —incluyendo a diputados y senadores— invitada directamente por Peña Nieto a la gira de la celebración.
Hay que decirlo:
La comitiva iba a Guatemala, pero parecía iba a París.
O a Praga.
O al Paraíso.
Las dudas matan:
¿Por qué el presidente invitó en medio de esa euforia a Blanca Alcalá, ex candidata del PRI a la gubernatura de Puebla en 2016?
¿De qué hablaron?
¿Existe el azar cuando existe la euforia?
Las dudas habrán de ser resueltas.
Y más pronto de lo que tarda en aterrizar un Boeing Dreamliner 787 en una pista cargada de abrazos, sonrisas y grandes esperanzas.
Oh, Dickens.