La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Dos meses tardó Arturo Rueda en responder un reportaje que el quintacolumnista publicó el viernes 12 de mayo sobre un tema que no lo deja dormir en paz: un violento enfrentamiento entre militares y miembros de una banda de huachicoleros.

Todo un récord.

El problema es que, fiel a su estilo, respondió como le gusta: con insultos, verdades a medias y mentiras absolutas.

Con la prosa porosa de los leguleyos (ya se sabe: errores de dedo, mediana redacción, lugares comunes), Rueda pretende desmentirme, además, en temas que jamás cuestioné.

Lo peor es que recurre a parches jurídicos y falsedades para dictar cátedra de “periodismo judicial”.

Vea el hipócrita lector lo que publicó este viernes 14 de julio distorsionando —y remendando de plano— el resolutivo del Toca Penal 87/2017-III.

Y es que el director de Cambio falseó una parte del documento del magistrado Esteban Santos Velázquez (del Segundo Unitario del Sexto Circuito) en aras de demostrar que la víctima del militar de la negra noche de Palmarito no era delincuente.

¿Qué hizo?

Puso en palabras del magistrado una de las consideraciones (la “d”) de Luis Eduardo Jiménez Martínez, titular del Juzgado de Distrito Especializado en el Sistema Penal Acusatorio del Centro de Justicia Penal Federal en el Estado de Puebla, quien había determinado que “en atención al principio de presunción de inocencia no puede afirmarse que el civil era un delincuente ni que por esa circunstancia se justifique su ataque”.

(A ocho columnas le atribuyó al magistrado el dicho del juez —incluso lo subrayó con tinta amarilla—, y luego la retomó en su columna para fustigarnos a Juan Carlos Romero Puga, reportero de Letras Libres, y a quien esto escribe).

Sabemos que  hay  abogados y periodistas tramposos.

No es ninguna novedad.

Pero en su dualidad esquizofrénica, Rueda, otra vez, impone una nueva marca al poner  la consideración de un juez en la boca de un magistrado.  Y algo más grave: con eso busca exonerar a un presunto delincuente en una sentencia de segundo grado.

(Hay que decirlo y repetirlo: el magistrado en ningún momento se refiere a la víctima como “inocente”. Es una trampa, una chapuza de nuestro personaje).

Eso sí: se cuidó de no subrayar lo que el juez había dicho líneas atrás de la víctima del militar en el sentido de que “se encontraba realizando una conducta no común de la sociedad”.

Tomó sólo lo que le convino.

Con alevosía y ventaja.

Tampoco puso en boca del magistrado este otro dicho del juez expresado en la misma consideración “d”: “la amenaza de morir o ser lesionado seguía latente por lo que se encuentra justificado el uso de las armas por parte del personal de la SEDENA para defenderse, entre ellos el sujeto activo”.

No utilizó estos párrafos porque no le ayudaban a su mentira.

Así de simple.

¿Eso le enseñaron en la Maestría de Periodismo del CIDE sus profesores Ricardo Raphael y Carlos Puig?

Según Rueda, el magistrado Esteban Santos Velázquez dijo que no puede afirmarse que (el video de la ejecución) provenga de una organización criminal”.

Por más que leí y releí las 163 páginas del Toca Penal 87/2017-III nunca encontré ese dicho.

Lo que sí hallé en las consideraciones del magistrado fue esto: “Aun cuando respecto de la evidencia videográfica no se corroboró su origen, también lo es que la fiscalía, en la audiencia respectiva, dijo estar haciendo las investigaciones correspondientes”.

Ufff.

El “periodismo judicial” devino “periodismo perjudicial”.

Parches, remiendos, costuras falsas…

Así es imposible hacer periodismo.

Vea ahora  el hipócrita lector la “clase” que nos recetó a Romero Puga y a mí en su columna del viernes:

“Resumen para Mejía, Romero Puga y periodistas propagandistas de Sedena: el video es válido, no puede afirmarse que provenga de una organización criminal, el disparo a bocajarro fue la causa única de muerte del poblador de Palmarito Tochapan quien no representaba un riesgo, y de la víctima tampoco hay ningún fundamento para afirmar que realizara actividades criminales, esto es, fuera huachicolero”.

Vamos por partes sobre los dos puntos que quedan “vigentes”: Nunca dije que el video no fuera “válido” y jamás puse en duda la “causa única” de la muerte de la víctima.

¿Qué quiere decir que algo “no se ha comprobado”?

Que puede comprobarse.

 ¿Y qué significa que algo “no puede afirmarse”?

Que sí puede afirmarse.

¿De qué dependen las eventuales comprobación y afirmación?

De la investigación en curso.

Y eso lo sabe hasta un abogado de la Realística.

La narrativa huachicolera 

¿Qué sí dije yo en mi reportaje del 12 de mayo?

Que hubo un  operador de una red de cámaras de seguridad ubicada en la avenida principal de Palmarito Tochapan (hay un video que así lo demuestra) que hizo la crónica de la ejecución de un civil a manos de un soldado de la Policía Militar a través de un celular montado sobre la pantalla de la “Cámara 4”.

En el video —hecho llegar al periodista Arturo Rueda “por personas ligadas al grupo de ladrones de combustible”, al decir de un empleado del Diario Cambio que pidió la gracia del anonimato— se escucha la voz de un hombre que hace el relato de los hechos después de que fueron perpetrados.

¿Qué más dije?

Que mientras llora un bebé y su madre lo tranquiliza, el operador trata de describir las imágenes: “Analicen las cosas. Fíjense (en) el soldado. Fíjense que no hay nada de sangre por donde está la sombra del chavo (se refiere a un soldado que voltea en varias direcciones con un arma en las manos). Se acerca, se fija y ahí le tiran el balazo. Fíjense cómo escurre la sangre. Ahí va. Ahí está. Ya le pegó el balazo. Fíjense cómo escurre sangre. ¿Ya ve cómo (se) está llenando de sangre todo alrededor de él? Ya lo mataron. En las orillas todo (se) está regando sangre. ¿Qué le hacía el pobre inocente si no era un animal? Fíjense cómo se está llenando de sangre todo. Al lado de sus costillas. Desgraciados. Inhumanos. Fíjense cómo ya está el montón de sangre allá”.

¿Qué otra cosa dije?

Que el video filmado en el celular tiene una duración de un minuto seis segundos y que es la crónica de una muerte filmada, sí, pero también fue el vehículo hecho llegar al director de Cambio para que éste se ajustara a la narrativa de los huachicoleros: en particular a la de Antonio Martínez Fuentes, El Toñín, líder del grupo que controla el denominado triángulo rojo en Puebla.

Dije también que esa narrativa consiste en señalar al Ejército mexicano como asesino de civiles o de “campesinos”, como Rueda ha querido vender la historia de Raúl Jiménez Martínez —el hombre ejecutado por un uniformado—, y que viajaba con el hoy occiso Paulino Martínez, El Pavín, primo del Toñín y una de las cabezas del grupo que desde hace años se dedica al robo de combustibles en la región de Quecholac.

Y cito esta parte textualmente porque tiene que ver con lo que Rueda me recetó el viernes pasado:

“Jiménez Martínez —de 47 años de edad, tío de El Toñín— era además uno de los dos escoltas del Pavín que viajaban en la camioneta BMW (placa 036TW, de la Ciudad de México) —con un blindaje nivel cuatro, que es de los más altos— a la hora del enfrentamiento de la noche del 3 de mayo, cuando, después de sufrir una emboscada, la Policía Militar asentada en la región se enfrentó a los huachicoleros durante una hora.

“La versión que insistentemente ha vendido Arturo Rueda —tanto en su diario como en las entrevistas que ha ofrecido a la prensa nacional— es que la víctima era un modesto campesino de hortalizas. Fuentes ligadas a la PGR revelaron que en el momento de la emboscada, y posterior ataque con armas de distintos calibres, Jiménez Martínez apareció con El Pavín haciendo labores de escolta.

“(…) La casa donde se encontraban las cámaras, que funciona además como bodega para almacenar huachicol, es propiedad de un familiar del líder: Juan Carlos Fuentes, conocido como El Pajarillo, quien cuenta con una orden de aprehensión por el delito de feminicidio”

Cómo olvidar el carrusel de medios al que Rueda se subió cuando difundió su famoso video.

A pregunta expresa del periodista Óscar Mario Beteta, en Radio Fórmula, admitió que el video se hizo “desde un domicilio particular” y que, tras ganarse la confianza de los pobladores, éstos le dijeron: “Les entregamos estos videos, pero como no confiamos en que ustedes nos vayan a tratar justamente los vamos a subir a una cuenta de YouTube y ahí que cada quien los jale como quiera”.

Rueda le dijo más al periodista radiofónico: “nos dan unas horas para trabajarlos (los videos), para verlos. (…) Con la prisa, nosotros elegimos el momento de la ejecución”.

Eso dijo entonces.

La realidad es otra.

Rueda tuvo en sus manos el video editado en el que se hace la crónica detallada de la ejecución y, sin prisas, armó la producción y describió los hechos.

Tenía también los otros videos —larguísimos, farragosos—, pero le pusieron en las manos la cereza del pastel y a esa escena le dio énfasis.

Lo demás es historia: la usuaria de Twitter Nancy D. (@NICKYJND) subía mensajes de todo tipo hasta que a mediados de septiembre pasado se retiró de la red.

Su largo silencio fue interrumpido a eso de las 10 de la mañana del lunes 8 de mayo, cuando arrobando a diversos medios (Aristegui, Excélsior, Hechos Puebla, E-consulta y López Díaz) redactó el mismo mensaje: “NECESITAMOS QUE VEA ALGUNOS VIDEOS DONDE EL EJERCITO MEXICANO ESTA MASACRANDO A LA GENTE DE PALMARITO PUEBLA”.

La reportera Blanca Estela Leyva, de Hechos Puebla, le respondió el 9 de mayo: “Si los tiene, puede enviarlos al 22 27 65 91”.

La respuesta de NANCY D. fue “estaremos en contacto”.

El usuario “El Lalo Landa” le comentó el 8 de mayo: “Pesada labor verificar la veracidad de los videos”.

NANCY D. respondió: “Tengo pruebas contundentes que el Ejército es quien ataca a la gente de Palmarito”.

El 9 de mayo, a las 12:15, sube el video de la ejecución por primera vez al tiempo que llama a compartirlo:

“LO QUE VERDADERAMENTE PASÓ EN PALMARITO. EL DÍA 3 DE MAYO ESTO FUE LO QUE VERDADERAMENTE PASÓ EN PALMARITO, POR FAVOR COMPARTAN”.

En esta ocasión no arrobó a nadie.

Nuevos tuits surgieron de su cuenta con el mismo video, aunque en esta ocasión subió la dirección de la cuenta de YouTube de “PALMARITO TOCHAPAN”.

La narrativa era la misma: “Los pobladores de Palmarito no son los culpables, fueron asesinados en manos del Ejército”. “Que el mundo sepa que el Ejercito nos está matando”.

En el sitio de YouTube aparecieron los videos de las cámaras 2 y 4 el martes 9 de mayo, pero ningún medio parecía tomarlo en cuenta.

Y es que los dos videos eran muy largos.

Vino entonces el video que el familiar del Toñín grabó con su celular.

En un escaso minuto relató los hechos con la narrativa que su jefe quería que permeara.

Rueda lo tuvo en sus manos el 9 de mayo y se puso a trabajar en la misma ruta.

A la 1:34 de la mañana del 10 de mayo, Cambio, su periódico, publicó el video de la ejecución pero con su voz.

En ese momento vino el primer tuit a través de la cuenta de la usuaria “Violeta Salazar (@viovisa).

El primer tuit nacional, basado en el video de Cambio, lo subió la organización de derechos humanos Cencos a las 7:57 de la mañana del Día de las Madres.

Y de ahí se viralizó.

Dos mil 326 cuentas y dos mil 356 tuits (dos mil 323 RTs) convirtieron —en nueve horas— el hashtag Palmarito en tendencia.

Luego vinieron las entrevistas en radio y la repercusión en medios nacionales y algunos internacionales.

La narrativa “fue el Ejército” se había impuesto.

Juegos Perversos

Unos días después de haberse publicado mi reportaje, el brillante e influyente columnista Carlos Ramírez me entrevistó largamente en sus espacios radiofónico y televisivo.

Luego escribió una columna con el título “Video de militares-huachicoleros o la fabricación de realidad falsa”.

(Cambio mismo lo reprodujo).

Cito las partes torales:

“Justo cuando las fuerzas armadas comenzaban una operación de penetración en la zona de huachicoleros en Puebla para desmantelar a ese cartel de crimen organizado y cuando comenzaba el debate sobre la ley de seguridad interior, un video fabricado sobre el incidente en El Palmarito quiso afectar el posicionamiento del ejército.

“Sin embargo, y a pesar del video editado y distribuido por los huachicoleros para desprestigiar a las fuerzas armadas, la operación militar de limpieza criminal en la zona del Triángulo Rojo en Puebla seguirá adelante. Y quedará por analizar el papel de la prensa al difundir un video sembrado para construir malévolamente una crítica a partir sólo de una parte de la realidad.

“El tema central no se localiza en el militar que disparó a un presunto delincuente desarmado, sino en el contexto: los militares realizaban un operativo en la zona, unos halconcitos o adolescentes espías que trabajan para los huachicoleros con dinero, aparatos de radio y vigilancia advirtieron el acercamiento de una partida militar a una casa donde se realizaba una fiesta de delincuentes.

“(…) El delincuente asesinado no era campesino sino familiar del famoso Toñín, gran capo de los huachicoleros. El video fue analizado por el periódico 24 Horas de Puebla, dirigido por el columnista Mario Alberto Mejía, y transcribió la narrativa de la persona que estaba grabando el incidente: otro miembro de la banda y también familiar del Toñín; sus palabras condujeron la interpretación de la escena, descripciones de sangre, énfasis en el asesinado. La zona donde ocurrió el incidente es habitada por jefes huachicoleros, tiene instaladas cámaras de seguridad y está resguardada por personal armado y vigilada por muchos halconcitos que informan del menor movimiento sospechoso.

“Las autoridades deben evaluar a fondo el incidente con pruebas periciales más allá del video sembrado en medios por los huachicoleros. La primera versión se subió a internet y tenía más de dos horas, pero algunos medios locales sólo tomaron el momento en el que el militar dispara, sin indagar el contexto de criminalidad de la zona y el hecho de que con el video la banda de huachicoleros ha querido ahuyentar a las fuerzas federales.

“(…) Política para dummies: La política es la experiencia para detectar los juegos perversos del poder detrás de los juegos perversos del poder”.

Coincido absolutamente con Carlos Ramírez: “Quedará por analizar el papel de la prensa al difundir un video sembrado para construir malévolamente una crítica a partir sólo de una parte de la realidad”.

Sólo espero que, si me va a responder, Rueda no tarde dos meses en hacerlo y admita públicamente las mentiras que nos recetó a los lectores, a Romero Puga y a mí.

Por cierto, como diría el reportero de Letras Libres: este debate lo debimos haber tenido en mayo.

Demasiado tiempo para desmontar una “mentira”.

¿O no?

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