La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Antes de meter el pie en un bote de excremento, José Gustavo Garmendia Palomino —Lord Sustito— ya había metido el otro pie en otro bote de excremento.

Nadie, es claro, supo aconsejarlo.

Ni el duquesito Manzanilla ni sus amigos más cercanos.

Y es que, todos ellos, acostumbrados a la impunidad creyeron que las operaciones irregulares sólo tenían un castigo: el mediático.

Y ya se sabe: cuando no trascienden a lo judicial, las denuncias periodísticas duran —con trabajos—tres días.

Dice la ley de Murphy que cuando las cosas se ponen mal pueden ponerse peor.

Eso le pasó a Garmendia una vez que de la denuncia periodística pasó a una denuncia judicial y a una denuncia legislativa.

Fue entonces cuando tocó las puertas que había dejado de tocar durante varios meses y descubrió que éstas no se abrieron.

Metido en su spleen de París, recurrió al duquesito: el mismo que le había dado el cobijo de López Obrador a través de MORENA.

La respuesta que halló no le gustó.

Fiel a su deslealtad, Manzanilla le dio la espalda y se deslindó de él.

No podría ser de otra manera.

Como buen personaje Shakespeariano, la traición es parte de su naturaleza.

Hoy, más solo que una gorda desnuda entre los faunos, Garmendia acaba de entender el tamaño de su desgracia.

Pensó, en un primer momento, buscar en el Congreso federal al diputado Eukid Castañón, a quien le preparaba una emboscada en el mejor estilo de la mafia siciliana.

Qué bueno que no lo hizo.

Y es que en el entorno del legislador ya todos ubican al aprendiz de mafioso.

Las dudas matan:

¿Quién le recomendó esa salida tan violenta?

¿Candy Man?

¿El remedo del duquesito?

¿El nuevo Señor de las Maravillas?

Garmendia pensaba invertir en Nayarit los dineros de los que se hizo a su paso por Saint Andrew, como gustaba llamar a San Andrés Cholula.

Todas sus esperanzas estaban puestas en Roberto Sandoval, el nuevo gobernador en desgracia tan cercano a su familia política.

Seguramente no ha visto las fotos en las que aparecen el diputado Castañón y el gobernador electo Antonio Echevarría.

Que no las vea.

Le pueden provocar un nuevo socavón.

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