La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

Hugo Scherer, especialista en guerras sucias, siempre ligado a Manlio Fabio Beltrones, llegó a la vida de Enrique Cárdenas, virtual candidato de Morena a Casa Puebla, vía Fernando Manzanilla: el cuñado que se volvió enemigo.

Por lo pronto es un enigma que un operador priista —lo fue de Blanca Alcalá en 2016— haya dado el salto a Morena sin el permiso de Beltrones.

¿O fue con su aval y bendición?

En estos tiempos en los que hasta Osorio Chong anda cargando su Plan B, por si se ofrece, no deja de ser curioso el viraje dado por el cuñado del secretario Diódoro Carrasco.

En la elección del Estado de México, Hugo Scherer se estrenó como operador de Delfina Gómez, quien ganó la elección en la calle, pero la perdió en la mesa.

Cuentan quienes lo vieron operar que había ocasiones en que se tapaba la nariz ante tanto camarada de huarache y morral que llegaba al cuartel de Delfina lo mismo de Iztapalapa que de Ixtapaluca.

Su trabajo fue pegarle donde le dolía a Del Mazo.

Y descubrió que le dolía mucho.

¿Autorizó Beltrones ese traslado ideológico del esposo de Lía Limón?

¿Supieron en el PRI que el carnal Marcelo de Beltrones estaba jugando las contras?

Ya en la época actual, Scherer empezó a hacer labores de consultor con el doctor Enrique Cárdenas y lo llevó a su casa a grabar el célebre video en el que ingenuamente confiesa que López Obrador quería hacerlo candidato a Casa Puebla.

El video de la ignominia fue un video provocador.

Y es que Scherer es de los que piensa que más vale pegar primero y después pedir perdón.

¿Le habrá autorizado Beltrones al Señor de la Guerra Sucia vestirse nuevamente de Morena?

¿Es con su aval que viene a Puebla?

Todas esas dudas, además de matar, irán aclarándose una vez que sepamos el destino político de Manlio Fabio Beltrones.

Si no rompe con el PRI, Scherer, quizá, saldrá pronto de Puebla.

En caso contrario, habrá Scherer para rato.

 

 

La Ministra que Exoneró a Marín

Casi inadvertidamente apareció la ex ministra Olga Sánchez Cordero en el acto masivo que López Obrador encabezó el domingo en el Monumento a la Revolución.

Y es que fue una de las firmantes del mamotreto de las buenas intenciones de AMLO.

Cómo olvidarla.

Su voto en la Tremenda Corte salvó a Mario Marín del descrédito público, la deshonra, el exilio y todo lo que hubiera podido significar un voto en contra de la Corte en el caso Marín-Cacho.

Fue ella —hoy también purificada por la plaza pública—la que dijo que la falta cometida por Marín era delito, sí, pero no grave.

Eso bastó para mover el marcador que iba empatado.

Y gracias a doña Olga el gobernador poblano fue lo que se dice exonerado.

Cómo olvidarla a ella: tan propia, tan decente, tan radical chic.

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