La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam 

Una y otra vez, López Obrador dice que México ha tenido tres momentos cruciales que lo han transformado, y que viene el cuarto.

El primero, dice, fue la Guerra de Independencia.

El segundo, la Guerra de Reforma.

Y el tercero, la Revolución Mexicana.

Con él al frente surgirá la cuarta transformación del país.

Eso dice.

Hidalgo fue el baluarte de la Independencia.

Juárez, de la Reforma.

Madero, de la Revolución.

Un psicoanálisis reflejaría que el dueño de Morena tiene una personalidad múltiple.

Despierta muy temprano sintiéndose el Padre de la Patria.

A la hora de la comida se ha convertido ya en el Benemérito de las Américas.

Y por las noches, antes de dormir, lo asalta el espíritu de don Panchito: el Apóstol de la Democracia.

Debe ser complicado andar con esas personalidades metidas en el cuerpo todos los días.

Lo más curioso es que en sus discursos, cuando habla de esas transformaciones y de la que vendrá, se pone a la altura de Hidalgo, Juárez y Madero.

Un cura, un masón, un espiritista.

Bien lo bautizó Enrique Krauze como el Mesías Tropical, aunque reconoció en él lo que don Daniel Cosío Villegas reconocía en Lázaro Cárdenas del Río: un poderoso instinto popular.

Si les creemos a los historiadores, Hidalgo no andaba todo el tiempo metido en su papel de Padre de la Patria.

(Técnicamente murió sin saber que lo era).

Juárez se sintió iluminado en la célebre carroza en la que llevaba la República itinerante.

Y Madero vivía en ocasiones más atraído por los espíritus que por su papel de Apóstol de la Democracia.

Me temo que AMLO sería un excelente personaje de una de las novelas de Jorge Ibargüengoitia porque todo el tiempo se siente tocado por una misión evangelizadora que muchos indios remisos se niegan a aceptar.

Lo curioso es que su voz se ha venido transformando peligrosamente debido a los pescados fritos que desayuna.

En el acto del domingo en el Monumento a la Revolución, por ejemplo, su voz gritona me recordó la de una tía que murió soltera entre orgasmos, delirios y visiones esotéricas.

Dios la tenga en su gloria.

 

La Mano que Mueve Morena

Un ejemplo del poder de AMLO lo vimos este martes.

La gente de Morena ya había llegado a un acuerdo con la gente del PRI en San Lázaro —a cambio de una vicepresidencia en la Mesa Directiva— y el diario Reforma —en su versión digital— publicó el trascendido.

Enterado de la noticia, desde Estados Unidos, donde andaba de gira, López Obrador montó en cólera y a gritos le ordenó a la diputada Rocío Nahle, coordinadora de la bancada, que diera marcha atrás.

Apenada, ésta comunicó a sus compañeros las malas nuevas.

Lo curioso es que nadie protestó.

Todos, como soldaditos de plomo, obedecieron la instrucción.

Esto deja en claro que el autoritarismo de AMLO es muy parecido a la Ley de Hooke: es proporcional a la fuerza ejercida sobre la masa.

Y si esta masa es servil, mejor todavía.

 

Cárdenas en Izúcar

El general Lázaro Cárdenas siempre ponderó el “modito”.

El modito de saludar, el modito de convivir, el modito de conversar.

Otro Cárdenas, el doctor Enrique Cárdenas, tendría que aprender un poco de ese “modito” para moverse entre los mixtecos.

Su gurú —Fernando Manzanilla, cuñado de Moreno Valle— no lo asesoró bien.

Vea el hipócrita lector:

Daniel Vargas, gente del diputado Julián Peña, operador de Manzanilla, fue quien convocó a un desayuno para que las fuerzas vivas de Izúcar conocieran a quien será —pese al resultado real de las encuestas— el candidato de Morena en Puebla.

Primer error: la convocatoria fue un fracaso, pues a duras penas llegaron menos de cincuenta personas entre acarreados y familiares del convocante.

Segundo error: en lugar de ofrecer un almuerzo mixteco dieron un desabrido desayuno americano: frutas rancias, jugo rancio y pan duro.

Tercer error: el doctor Cárdenas se dirigió al respetable (5 niños, 8 viejitos, 13 señoras, 15 señores) como si estuviera dando clases en el ITAM, recurriendo a términos como “déficit”, “macroeconomía”, “espiral descendente de la demanda” y “superávit”.

Sobra decir que las fuerzas vivas salieron decepcionadas de los “moditos” del doctor, del desayuno rancio y de su lenguaje de economista.

Ya será pa’lotra.

 

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *