La Quinta Columna 

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Como si fuera un país bananero, México ha entrado a una fase inaudita de su historia.
En la columna anterior le conté al hipócrita lector que el populismo y la demagogia pretenden hacer de las suyas en el proceso electoral.

Que numerosos tuiteros exijan que el dinero de las campañas electorales de 2018 se vaya a la bolsa de las víctimas del sismo del 19-S, es de lo más sensato.

Los tuiteros que lo piden, incluidos John Ackerman y Pedro Ferriz de Con, van de lo sublime a lo ridículo.

Tuitear en 140 caracteres –y ahora en 280— no implica un alto grado de responsabilidad.
Los tuiteros, pues, están en lo suyo.

Odian las instituciones, odian al PRI, odian a Peña Nieto, odian a Esteban Arce…
Digamos que sus fobias forman parte de su naturaleza.

Lo inconcebible es que la clase política haga suyas las ocurrencias de ese sector de la población.
Las descabelladas propuestas que hemos leído en estos días demuestran que somos víctimas de un mal mayor: la clase política está en la ruta de las ocurrencias.

La historia de estos días es llevar a tasa cero las prerrogativas para los partidos políticos.
La de mañana —no lo dude el lector— será convertir los museos del país en invernaderos.

Si de verdad se quiere transformar este régimen inequitativo habría que empezar por la madre de los elefantes blancos.

Me refiero al Instituto Nacional Electoral.

Los consejeros, empezando por el hijo lampiño de Arnaldo Córdova —Lorenzo Cordova—, pretenden un presupuesto para 2018 de 25 mil 45 millones de pesos, “de los cuales 18 mil 256 millones serían para el gasto operativo del Instituto, y 6 mil 788 millones para el financiamiento a los partidos políticos y candidatos independientes”.

(Esta información la tomé del portal Sin embargo).

El gasto operativo incluye altísimos salarios de los consejeros —solamente el Presidente del INE se embolsaría más de 50 millones de pesos al año—, altísimos pagos a medianos asesores —entre los que destacan varios ex consejeros—, altísimos recursos para choferes, gasolina, celulares, seguros médicos, seguros de autos, seguros de casas, desayunos, comidas, cenas, brindis, regalos de navidad, regalos de fin de año, regalos de Reyes, roscas, tamaladas y un largo, estúpidamente largo, etcétera.
Si de verdad este país quiere cambiar que empiece por el INE.

Y ya luego nos vamos por otras instituciones que no son sino las cajas chicas de los Cacas Grandes.

Sólo unas dudas para cerrar esta columna.

¿Cómo nos estarán viendo en otros países?

¿Creerán que estamos todavía en el Rancho Grande?

¿Supondrán que dormimos a la sombra de un nopal?

¿Confirmarán que el Chapo Guzmán es el gran patriota dibujado por Kate del Castillo?

Damos pena ajena.

Sí.

Y otras cosas.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *