Por Mario Galeana 

Tras despertar en una mañana gris, Alfonso Esparza Ortiz eligió una corbata negra, consciente de que convocaría al luto desde el primer minuto del discurso que daría horas más tarde, en su segunda toma de protesta como rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP).

Primero lo hizo por las víctimas del 19-S, donde murieron tres integrantes de la comunidad universitaria, y después por la estudiante Mariana Fuentes Soto, asesinada durante un robo la noche del pasado 29 de septiembre.

En el día uno de su periodo 2017-2021, Esparza Ortiz lanzó el discurso más potente que se le recuerde. Lo que hizo fue, básicamente, sacudir a la universidad entera. Y dejó en claro que la máxima casa de estudios del estado tendrá un papel decisivo en la renovación de los poderes públicos el próximo año.

“No somos espectadores y tenemos la mano tendida, porque podemos transformar el caos en esperanza (…) La única manera de reducir los niveles de violencia es dejar de ser indiferentes a los asesinatos, a la desaparición de activistas y periodistas, indiferentes a la manipulación de información, a la devastación del medio ambiente, al saqueo y al destrozo de nuestros pueblos. La indiferencia es lo peor que podemos hacer contra nosotros mismos. Es importante que los partidos tengan claro que, más allá de coyunturas electorales, está el futuro que le pertenece a los mexicanos”, dijo.

El mensaje, que posiblemente en otro contexto significaría una declaración de guerra al gobernador en turno, no tomó desprevenido a José Antonio Gali Fayad, quien mantuvo el semblante y miró, fijo, hacia algún lugar del público.

Ambos estaban en la mesa de honor del evento, frente a unas 300 personas reunidas en un salón del Complejo Cultural Universitario. Eran políticos, rectores de otras universidades, representantes de cámaras empresariales, consejeros universitarios y maestros.

Lo que Esparza Ortiz también dejó en claro durante su mensaje es que es el rector con más respaldo dentro de la universidad que se recuerde en años recientes. Y es paradójico que sea, sin embargo, una persona un poco tímida, visiblemente incómoda frente a las cámaras y las multitudes.

Gali Fayad es exactamente lo contrario: un tipo que sonríe fácil e infla el pecho y mira hacia el frente y saluda a todos.

El gobernador y el rector llegaron juntos a la toma de protesta, aunque no tomó al mandatario por sorpresa. Fue un llamado de alerta, que tuvo respuesta en el mensaje de Gali Fayad.

“Nuestro deber como autoridades es garantizar el desarrollo de la comunidad universitaria (…) Por eso expreso mi más enérgica condena por los hechos violentos contra las mujeres por su condición de género. El gobierno que encabezo necesita la ayuda de la comunidad universitaria, y la BUAP tiene un aliado en el gobierno, con el máximo respeto a la plena autonomía de la universidad”, dijo el mandatario estatal.

Las cosas han cambiado en la relación de la BUAP y el gobierno del estado. Hace un año, Esparza Ortiz dedicó apenas tres palabras a la violencia de género en Puebla, pero fueron suficientes para irritar al entonces gobernador Rafael Moreno Valle.

“¡Ni una más!”, dijo el rector. Y no hubo respuesta alguna del mandatario, que vivía la recta final de su sexenio.

Ayer, al finalizar la toma de protesta, Gali Fayad y Esparza Ortiz se quedaron hablando un largo rato en la mesa, mientras el resto del salón era barullo y selfies. Se les veía cercanos, cada uno asentía con la cabeza cuando el otro terminaba de hablar.

Ya no dejaron el Complejo Cultural Universitario juntos. Gali Fayad y todo su equipo abandonaron el lugar tras dar una breve entrevista, y el rector esperó al frente en lo que dentro de la política se conoce como el besamanos: las largas felicitaciones de quienes esperan que el poder los salpique alguna vez.

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