Huachicoleros ahora trabajan en Tlaxcala y el estado de México; aún quedan células de el Bukanas

Por Guadalupe Juárez

Las bandas dedicadas al robo de combustible en la entidad han migrado al Estado de México y Tlaxcala, por lo cual la ordeña ha disminuido 70% en Puebla.

Lo anterior, debido a que la gasolina incautada por las autoridades en los últimos días no es producto del hurto a los ductos de Pemex que atraviesan la entidad, sino del trasiego del hidrocarburo extraído de forma ilegal en Veracruz, el cual es recuperado en los retenes, pero no de bidones en camionetas abandonadas a un lado de tomas clandestinas, como era común encontrarlas.

Así lo detallaron fuentes al interior de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) del estado de Puebla, quienes aseguran que a pesar de que aún hay presencia de células de El Bukanas en la entidad, el problema del robo de combustible está controlado.

Cifras del Grupo de Coordinación Puebla Segura comprueban que ha disminuido la cantidad semanal de hidrocarburo recuperado. Por ejemplo, del 30 de septiembre al 7 de octubre habían incautado 33 mil 501 litros, una semana antes habían sido 37 mil 330.

La operación de los huachicoleros en otras entidades ya se había presentado en ocasiones anteriores. Al principio de la administración estatal, cuando anunciaron una estrategia de combate frontal a este ilícito, Mauricio Delmar Saavedra, secretario de Seguridad Pública de Hidalgo, declaró que bandas criminales de Puebla perforaban los ductos en aquel territorio.

Los grupos delictivos que se niegan a desaparecer y dejar la entidad aún operan en menor grado en San Martín Texmelucan, zona donde han reforzado los esfuerzos para contrarrestarlos.

La ausencia de huachicoleros en el triángulo rojo —entre Acatzingo, Palmar de Bravo y Tepeaca— ha regresado la tranquilidad tanto a pobladores como a presidentes municipales de zonas aledañas que habían denunciado amenazas por parte de los delincuentes.

Las condiciones actuales distan de las que había a principios de año: retenes en las comunidades, donde ni autoridades en operaciones encubiertas podían acceder, ejecuciones por ajuste de cuentas entre integrantes de bandas huachicoleras, uso de uniformes de corporaciones policiales, y poco a poco, el involucramiento de la población que los protegía a cambio de ayuda económica.

Reportes de inteligencia de la SPP también daban cuenta que algunos integrantes de estos grupos delictivos se trasladaban a la capital del estado a comer en restaurantes lujosos, lo cual encendió las alarmas del gobierno estatal pues si no actuaba los huachicoleros comenzarían a operar en la zona y los secuestros y las ejecuciones serían frecuentes en la ciudad.

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