La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam  

Siempre he desconfiado de quienes todos los días, a la menor oportunidad, citan frases célebres sin contexto ni ocasión.

(Los peores son aquellos que como Fernando “El Duque” Manzanilla plagian abiertamente a los autores de frases bobas sobre la felicidad).

Permítame el hipócrita lector recurrir a una cita en esta ocasión porque el personaje sobre el que escribiré está totalmente retratado.

La escritora Isak Dinesen —seudónimo bajo el que se ocultaba la baronesa Karen Blixen— es la autora de estas líneas redondas:

“El hombre que contempla una mujer sin desear poseerla, que contempla un cuadro sin desear comprarlo, que contempla un animal salvaje sin desear cazarlo, es que no tiene corazón”.

Yo agregaría: el hombre que contempla el poder sin desear detentarlo no tiene corazón.

Es el caso de José Antonio Meade Kuribreña, secretario de Hacienda y virtual candidato del PRI a la Presidencia de México.

Como bien escribió Ricardo Alemán —primera vez que coincido con una de sus columnas—, el presidente Peña Nieto puso a correr a Meade para ver qué reacciones generaba.

(Fue una manera de encuestarlo sin tener que recurrir a personajes tan erráticos como Roy Campos y compañía).

El resultado es abrumador: Meade permeó de tal forma que su nombre ya lo manejan hasta personajes como López Obrador y Ricardo Anaya.

El fenómeno es curioso: todos —salvo Osorio Chong, Rosario Robles y Juan Carlos Lastiri—ven al funcionario como el candidato del partidazo.

(Los tres citados no lo quieren ver porque va en contra de sus intereses).

Si Peña Nieto hubiera querido frenarlo tiene las riendas para eso.

Y más.

Tiene el fuete como para poner a correr a otro candidato.

La historia reciente de México no se equivoca.

Díaz Ordaz paró en seco a Emilio Martínez Manatou en favor de Echeverría.

(Luego se dio cuenta de su error y se autodenominó “pendejo” el resto de sus días).

Echeverría frenó a Moya Palencia de una manera cruel: cuando ya tenía impresas sus pancartas.

(Manuel Bartlett se quedó con su publicidad de “Bartlett, presidente”, misma que tuvo que quemar como su ex jefe Mario Moya Palencia).

En la Puebla levítica, Melquiades Morales puso a correr a Moreno Valle en 2004 y luego tuvo que frenarlo porque había corrido demasiado.

(El Duque de Manzanilla recibió el frenón y el fuetazo, el cual recibió con los ojos cerrados).

Si Peña Nieto hubiera cambiado de opinión ya habría mandado la señal.

Pero no.

Es muy claro que no se ha arrepentido.

Hoy por hoy, Meade es el candidato.

Y no hay tiempo para improvisar a otro.

Hace unos días, cuando acudió a comparecer en la Cámara de Diputados, el hoy morenista Alejandro Armenta lo enfrentó con la leyenda de que pese a contar con un presupuesto histórico el gobierno federal tenía un muy bajo crecimiento económico.

La respuesta de Meade fue brutal, pero me quedo con una frase que hasta el Duquesito podría citar y, en su caso, hasta plagiar:

“No hay nada peor que cuando un buen dato echa a perder un slogan”.

Si Meade es el candidato del PRI, como todo indica, se enfrentará a los slogans y las ocurrencias de López Obrador, quien sabe de economía lo que Beto el Boticario de matemáticas aplicadas.

El México bananero está a la vuelta de la esquina, pero todo puede ocurrir en los meses que vienen.

Por cierto: Meade vendrá a Puebla el sábado 21 de octubre en un papel que al parecer nadie podrá quitarle: el del abanderado del PRI en la guerra que viene.

 

 

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