La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Los panistas poblanos sabían lo que hacían cuando pidieron lo imposible: que se abriera el proceso para elegir candidatos a diputados federales y senadores.

El resolutivo de la Comisión Permanente no pudo ser mejor: el método de elección será a través del voto de los militantes.

En cuanto trascendieron los resolutivos, los yunques empezaron a querer ganar en las redes sociales lo que no ganaron en los órganos partidistas.

Personajes como Rafael Micalco —el chofer de Lalo Rivera— celebraron a carcajada abierta su derrota.

Y se mofaron de que la propuesta de la Comisión Permanente del PAN en Puebla hubiera sido desechada.

Le explico al hipócrita lector:

Le decía al principio que los panistas poblanos pidieron lo imposible —que se abriera el proceso a la sociedad para elegir candidatos— y lograron lo posible: que el método sea a través del voto de los militantes.

En otras palabras: es un triunfo rotundo para quienes no son yunquistas.

Veamos los números:

Después del proceso de refrendo, el Yunque poblano representa dentro del padrón panista un 4 por ciento.

Es decir: menos de mil votos.

Si tomamos en cuenta que el padrón asciende a poco más de 23 mil militantes, los yunquistas se quedarán con una tajada minúscula del pastel.

Algo así como 22 mil votos les mostrarán a los soldados del Yunque de qué están hechos.

¿Qué celebraban quienes tendrían que estar lamentando la resolución de la Comisión Nacional Permanente?

Es un enigma.

Quizá la clave esté en el Masoquismo, corriente filosófica a la que se han vuelto adictos estos personajes.

Lo que viene habrá de venir igual.

En unas semanas seremos testigos del método para elegir candidato(a) a Casa Puebla.

Todos los indicios conducen a que será semejante al aprobado para la Presidencia de la República.

Es decir: serán los militantes —esos poco más de 23 mil citados líneas atrás—quienes definirán el nombre y los apellidos.

En el pasado quedará el dicho de Humberto Aguilar Coronado, entre otros, que se jactaba de que el método sería la designación vía el CEN panista.

Esa figura existe —faltaba más— en los reglamentos del albiazul, pero tiene sus características.

Vea otra vez el hipócrita lector:

Una designación es procedente únicamente si el Consejo Estatal la solicita y es aprobada por la Permanente Estatal.

Ahí sí entraría en acción la Permanente Nacional para autorizar dicha designación.

En otras palabras: la Permanente Nacional no puede imponer designaciones si no hay una solicitud previa de los órganos estatales.

Sí:

La ley es dura, pero es la ley.

O los reglamentos, pues.

Es cuanto.

 

El Segundo Aniversario de 24 Horas Puebla

El filósofo Federico Nietzsche camina en una plaza de Turín el 3 de enero de 1889.

Camina sin rumbo aparente murmurando algunas palabras.

A unos metros suyos, un cochero azota con el látigo a un caballo.

Nietzsche abraza al animal y le susurra algo al oído mientras derrama unas lágrimas.

A partir de ese día perderá la razón y terminará convertido en un demente devorando sus propias heces fecales al final de su vida.

León Trotski camina hacia su estudio acompañado de un hombre metido en una gabardina la calurosa tarde del 21 de agosto de 1940.

Los guardaespaldas los ven desde lo alto de la vieja fortaleza de Coyoacán.

Trotski se sienta ante el escritorio y revisa un artículo periodístico del misterioso hombre.

Inclinado frente a él, tacha párrafos enteros susurrando frases como “esto es ininteligible”, “no sirve”, “es basura”.

De la gabardina, el hombre saca un piolet y lo entierra con fuerza en la cabeza de Trotski.

La punta se mete siete centímetros en el cráneo y provoca un alarido espantoso.

Ensangrentado, Trotski corre como un descabezado soltando los gritos más dolorosos y tristes del mundo.

Antes de perder la conciencia y morir, pide que su hijo —que está por llegar del colegio— no lo vea así.

En una casa en ruinas de Tehuitzingo, en la Mixteca poblana, hay restos de lo que fue un hogar: una muñeca rota, una estufa aplastada y una zapatilla negra que alguna vez iluminó un pie izquierdo.

Son los restos del temblor del 19 de septiembre.

Sobre una pared temblorosa cuelga una carta escrita en papel manila color amarillo.

Es una carta de amor a la casa que algún día albergó a una familia.

Su autora, quizá, es la dueña de la solitaria zapatilla negra.

Las imágenes de estas historias las podemos ver gracias al lenguaje, a las palabras, al matrimonio de unas letras con otras.

Con esas letras venimos haciendo desde hace dos años el periódico 24 Horas Puebla.

Todos los días, por las noches, la redacción de 24 Horas cocina crónicas, columnas e historias para que los lectores las lean al otro día desde las seis de la mañana.

Casi frente a Casa Aguayo hay una panadería muy antigua llamada El Hornito donde cocinan las tortas de agua más ricas de Puebla.

Una noche, un gobernador que hoy vive en Costa Rica cruzó la avenida conmigo para comprar 10 tortas de agua.

La dependienta lo vio sin sorprenderse y lo atendió con familiaridad.

No sé por qué pensé en El Hornito cuando escribía sobre la redacción de 24 Horas.

O sí lo sé:

Porque así como los panaderos hacen el pan en la madrugada para que quede listo en las primeras horas, nuestros reporteros y redactores se esmeran en los productos que el hipócrita lector leerá antes de que cante el gallo.

Hoy que el periodismo en Puebla se ha convertido en un gran canal de sangre, vísceras y excremento, nos negamos a perseverar en esa ruta.

Y no es que cerremos los ojos ante la realidad:

Cerramos los ojos ante las noticias falsas o tremendistas que insisten en llevarnos al periodismo que no respeta a las víctimas o que se solaza en la descripción morbosa de los asesinatos y las violaciones.

¿Cómo habría cabeceado un editor de estos las historias con las que inicié esta reflexión?

¡Filósofo loco abraza a caballo famélico y se pone a berrear en su hocico!

¡Le dan baño de sangre a sexagenario comunista y rapaz!

¡Escribe ridícula carta de amor a su covacha en la Mixteca!

Estamos a un paso de leer cabezas periodísticas como éstas: “¡Mocháronle la choya!”, “¡El cadáver estaba desnudo!”, “¡Llaman con campanas a golpear a tres cacos!”.

Estas historias venden, sin duda.

También las fotos de decapitados o cráneos deshechos.

¿A qué monstruo estamos alimentando con esta basura?

¿Qué generaciones saldrán de esa masa viscosa?

¿Con ese papel periódico envolveremos la carne que nos alimentará mañana?

(Con estas palabras inició la ceremonia de celebración del segundo aniversario de 24 Horas Puebla el jueves pasado en un salón del Hotel Rosewood).

 

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