La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Enrique Cárdenas tiene mucho que aprender de la política dura.

Su primera aparición fue desafortunada.

En la grabación de un video que hizo en la casa de Hugo Scherer dijo que quería ser candidato de Morena a Casa Puebla porque Andrés Manuel López Obrador se lo había pedido.

Luego, entrevistado en un acto de la Fundación que dirigía, redundó en esa idea: “AMLO quiere que yo sea el candidato, y voy a ser”.

Fue entonces que preparó su salida de la citada Fundación y hasta nombró un nuevo titular.

Llegó a Puebla y siguió repitiendo lo mismo: “López Obrador quiere que yo sea el candidato”.

(Lo mismo dijo en Imagen Radio el senador Zoé Robledo a propósito de nuestro personaje).

Guiado por la mano de Fernando “El Duque” Manzanilla, nuevo Príncipe de las Derrotas, el doctor Cárdenas se movía como virtual candidato sintiendo que el mundo no lo merecía.

En ese contexto inició sus recorridos por el interior del estado ofreciendo desayunos continentales —café con crema, bisquets con mantequilla y mermelada, y jugo de naranja agria—a los habitantes de la Mixteca.

No le interesaba la cantidad, sino la calidad.

En ese sentido, convocaba a cincuenta personas para que llegaran treinta.

(Las fotos que circulaban mostraban niños, ancianos y señoras casi siempre adormiladas).

Nadie le entendía nada porque hablaba de términos como “déficit”, “deflación” y “econometría”.

Al mismo tiempo, conocedor de los tiempos de AMLO, el senador Miguel Barbosa anunció que se retiraba de la encuesta a modo y que, en consecuencia, se sumaba al doctor en economía.

Todos dimos por hecho que el heredero informal de Jenkins sería ungido candidato.

Las giras —minúsculas— continuaron.

Los desayunos americanos también.

De pronto, sobrevino el primer temblor de septiembre.

Luego vino el segundo.

Cárdenas se esfumó del campo poblano y siguió hablando de “déficit”, “deflación” y “econometría”.

Sus tuits reflejaban una depresión galopante, sobre todo cuando Barbosa dijo que regresaba al ruedo y que su nombre sería incluido en la citada encuesta.

Cárdenas empezó a recorrer medios de comunicación.

Parecía un candidato a Virrey del mundo novohispano.

Fue entonces cuando AMLO cambió de opinión.

Varias voces le habían dicho: “con este candidato vamos directo al fracaso”.

El Duque quiso salvarlo.

Tarea imposible.

El Mesías Tropical había movido el Dedo de Oro.

Hoy que el senador Barbosa fue nombrado coordinador de Organización Estatal, Cárdenas entró en una depresión más aguda aún.

Corrió la voz entonces de que al triunfo de la revolución lopezobradorista será sumado al Gabinete ampliado.

Cómo estarán las cosas que al cierre de esta columna no ha salido de su letargo y ni siquiera ha felicitado al senador Barbosa, cosa que sí hizo otro aspirante: el diputado Alejandro Armenta.

Mal empieza la semana para el que es ahorcado en lunes.

El jinete sin cabeza tiene una ventaja después de todo: no necesita aspirinas para la jaqueca.

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