La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

Aurelio Nuño invitó a María Aliaga, su esposa, a comer al restaurante Lampuga, en la colonia Condesa.

Pidieron carpaccio de atún, tostadas de Marlin Toreado, cebiche de la casa y ensalada.

Hablaron de las clases de flamenco de ella y de una novela de Sergio Pitol que el secretario de Educación leía por tercera vez: La Vida Conyugal.

También compartieron con gusto la llegada de José Antonio Meade a la candidatura presidencial en unos días más.

—¿Por qué te gusta este restaurante? —preguntó ella.

—Porque el marisco es muy fresco y por el nombre del lugar.

—Lampuga.

—Lampuga. ¿Sabes lo que significa?

—Ni idea, amor.

—Es un pez cilíndrico, muy largo y sin escamas.

—¡Asquito!

—Es un parásito de peces que se alimenta de carroña, igual que un compañero de partido que está obsesionado con ser presidente de México pese a que ya tenemos candidato.

—¡Auch! Hasta a mí me dolió.

Nuño pidió su whisky favorito: Lagavulin 30 años.

Estaban por salir del restaurante cuando José Carreño Carlón, director del Fondo de Cultura Económica, le habló al celular.

—Mi señor, hay movimientos muy raros en la casa de cero uno. Dicen que vieron salir muy mal al cero uno de Hacienda.

—No sabía, maestro Carlón. ¿Qué pasó?

—Déjame checarlo con mis fuentes y te aviso, líder.

Nuño le contó a su esposa lo que su antiguo profesor de la Ibero le había confiado.

—¡Lampuga está en acción! ¿Qué habrá pasado con Pepe? Nos vemos en la noche, cariño —dijo al tiempo de abordar su camioneta.

Las dos horas siguientes ocurrieron varias cosas:

Carreño Carlón le volvió a hablar para decirle que el presidente Peña Nieto había tenido varias reuniones en Los Pinos a lo largo del día: primero recibió a Agustín Carstens, gobernador del Banco de México; luego al todavía secretario de Hacienda; más tarde a Ernesto Cordero, presidente de la Mesa Directiva del Senado de la República.

Luego, al decir del “maestro Carlón”, ocurrió algo muy extraño: Carstens, Meade y Cordero se encerraron con el presidente durante una hora.

Casi al final se integró a la reunión privada el canciller Luis Videgaray.

Nuño se puso inquieto.

Le marcó a Erwin Lino, particular de Peña Nieto, pero no hubo respuesta.

Estaba entrando al edificio de la SEP cuando un auxiliar lo alcanzó con una tarjeta y un celular.

El presidente quería verlo.

Rumbo a Los Pinos sonó su celular privadísimo.

Era Miguel Ángel Osorio Chong.

—Por lo visto sólo tú y yo fuimos segregados, Aurelio. Todos están en Los Pinos menos nosotros.

—Bueno, tampoco está el doctor José Narro.

—Te tengo noticias: se acaba de integrar a la reunión.

Nuño no le quiso decir que él también había sido convocado, aunque pensó que a esas horas, desde el CISEN —o desde la clínica a la que acudía regularmente—, Eugenio Ímaz ya le había informado.

Erwin Lino lo recibió afectuosamente y le dijo, con voz muy baja,  que estaban pasando las cosas más extrañas del mundo.

—Con decirte que mi jefe está en dos pistas al mismo tiempo. En un privado están Agustín Carsten y Ernesto Cordero; en otro, Videgaray y Meade; en otro, el doctor Narro. El chief va y viene sin parar de una sala a otra.

Nuño inauguró el cuarto privado.

Quince minutos después apareció el presidente.

Palabras más, palabras menos, le dijo que Meade no quería ni la candidatura ni el Banco de México, que Videgaray lo estaba convenciendo, que de la noche a la mañana dijo que se quiere retirar a la vida privada, que está furioso porque supo que Osorio Chong va a jugarle las contras en caso de que él sea el nominado, que en la conspiración también está Manlio Fabio Beltrones, que así no juega.

Más reposado, le dijo que Jorge G. Castañeda le confió a Meade que hace poco un priista de cierto peso le había dicho al presidente que si el candidato era Nuño o Narro, contará con su apoyo entusiasta, pero que si era Meade tendría su apoyo en silencio.

—¿Eso es real, chief?

—Sí, Aurelio.

—¿Se puede saber quién te dijo eso?

—Manlio. Lo peor es que en esa reunión me dijo que Chong pensaba igual.

—Ufff.

—Pero Pepe Meade se puso a investigar y descubrió que gente de AMLO ya se sentó con los dos. Pepe está convencido de que si es candidato los priistas le darán la espalda.

—¿Y nuestro canciller qué opina de esto?

—En corto ya me dijo que no hay forma de convencer a Pepe.

—¡No puede ser!

Peña Nieto le dijo que lo único que pidió Meade es que Ernesto Cordero fuera nombrado gobernador del Banco de México, que por eso estaba ahí, y que Carstens está de acuerdo en la propuesta.

—¿Y qué va a pasar con la candidatura?

—Videgaray piensa como yo: el candidato debes de ser tú, Aurelio.

—¿Yo? ¿Cómo crees, chief? ¿El Plan B? ¿Una sucesión por descarte?

—No pongas el ejemplo Colosio-Zedillo. Ni a Pepe lo mataron ni tú entras al quite. Tómate un Lagavulin para que lo asimiles.

—No sé si estoy preparado, chief. Me había hecho a la idea de que Pepe sería el candidato.

—Claro que estás preparado. Vas a ser el presidente más joven del México moderno, pero con estudios en Oxford.

—El más joven fue Lázaro Cárdenas. Tenía treintainueve años.

—¡Tu edad!

—En unos días cumplo cuarenta.

—¡El segundo más joven!

—Ése fue Carlos Salinas.

—¡El tercero más joven!

—¡Ufff! ¿Cómo sé que el licenciado Lampuga y sus amigos no me va a bloquear?

—Porque contra ti no tienen nada. Incluso dicen que tú sí eres priista.

—¿Y qué dice el doctor Narro?

—Uy, Narro. Se me olvidó que lo había citado. (Risas). A él le pienso ofrecer la candidatura al gobierno de la Ciudad de México o una embajada en un país del circuito Chanel. Quizá Francia. Jubilación dorada, ¿no?

—Ufff. Cordero debe estar feliz. La ganó de rebote.

—Pepe Meade ya me lo había planteado como una opción, pero ahorita lo exigió con mucho énfasis. Está furioso.

El presidente le ofreció otro whisky al secretario de Educación y brindó con él.

—Ahora sí que como dices tú: “el aguilita no se presta”. Y no se la vamos a prestar a nadie, señor candidato.

Las risas de ambos se escucharon hasta en el privado en el que el doctor Narro esperaba ser llamado a acuerdo.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *