La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía/ @QuintaMam 

Los adictos a López Obrador son…

¿Cómo lo podría decir para no herir susceptibilidades?

Empiezo de nuevo.

Los adictos de López Obrador son…

Aclaro: no todos.

Hay algunos que merecen mi respeto y admiración.

Los he visto crecer en medio de la lluvia y enfrentar tormentas pavorosas.

Los he observado clínicamente con una lupa enorme.

Lo tengo que admitir: algunos de ellos, los mejores, son como Gregorio Samsa con una manzana enterrada en su caparazón: casi tocándole el tórax, cerca de los elitros.

Van y vienen enfrentando a sus críticos con un tesón brutal.

No de ahora, desde hace doce años.

(Los nuevos adictos, ya lo sabemos, se volvieron adictos hace quince minutos, cuando sus carteras les dijeron que tendrían que invertir en el loco de la cuadra).

Los adictos a López Obrador son…

Lo quiero decir sin ánimo de ofender.

Lejos de filias y fobias.

Con una agudeza mental de la que carezco.

No todos, aclaro.

No todos.

Porque hay algunos que han sufrido  discriminaciones en sus propias patrias chicas.

Los han llamado locos, fanáticos.

Han sido segregados por quienes hoy se dicen compañeros de partido.

Los nuevos, los advenedizos.

Esos que los estigmatizaron mientras hacían negocios con los gobiernos en turno.

(No diré nombres: ellos saben quiénes son, los muy bastardos).

Los adictos a López Obrador son…

Ufff.

Son muy…

Pero como en toda historia hay sus excepciones.

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