La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía/ @QuintaMam

Hacienda, la PGR y el SAT no duermen.

Son como esos extraños pasajeros de un tren nocturno que entre toses van al baño y regresan, solitarios, mirando de reojo.

En su columna de este lunes, Salvador García Soto contó una historia de terror que toca muy de cerca a dos personajes conocidos: Carlos Salinas de Gortari y su hijo Emiliano.

Le doy el contexto:

Según el columnista de El Universal, Salinas empezó a impulsar a su sobrina Claudia Ruiz Massieu ante la caída que, por el efecto de la visita de Trump a México, tuvo Luis Videgaray.

Le dejo al hipócrita lector las siguientes líneas que explican muy bien lo que está pasando, incluso, en el entorno de Ricardo Anaya, candidato del Frente a Los Pinos:

“Con su ‘hombre fuerte’ fuera de circulación y noqueado políticamente, el grupo salinista creyó tener posibilidades de impulsar a la rutilante estrella que entonces acompañaba a Ruiz Massieu a la candidatura presidencial. Pero los movimientos del salinismo no gustaron para nada en Los Pinos, donde sintieron amenazado el control natural de la sucesión que le correspondía a Peña Nieto. Fue el mismo Videgaray quien regresó a la escena en aquel diciembre de 2016 para poner a trabajar a uno de sus ‘sabuesos’, el director de la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, Alberto Bazbaz, entonces bajo las órdenes del secretario José Antonio Meade. El encargo a Bazbaz tenía nombre y apellido: Emiliano Salinas Ocelli, el primogenito varón del ex presidente Salinas, a quien comenzaron a investigar y a rastrear por transferencias financieras internacionales con su asociación In Lak Ech donde aparentemente había irregularidades.

“Cuando el ex presidente se enteró a principios de diciembre de 2016, por voz del propio Emiliano, que estaba siendo investigado por Hacienda y por el SAT por presuntas operaciones irregulares, de inmediato buscó contacto telefónico desde Londres con la oficina del presidente Peña Nieto; al no encontrar respuesta, el ex mandatario viajó a México y pidió una audiencia directa con el presidente. Cuando lo recibieron en el despacho presidencial, Peña no estaba solo: a su lado estaba Luis Videgaray y a la pregunta de Salinas de por qué investigaban a su hijo, le respondieron con documentos y seguimientos de transferencias que sustentaban la investigación del SAT. El mensaje era claro: no querían a Salinas metido en la sucesión y le pedían hacerse a un lado para dejar que el presidente decidiera quién sería el candidato del PRI”.

Hasta aquí la, ufff, muy reveladora y larga cita.

Salinas, dice García Soto, no entendió el mensaje de Los Pinos y terminó acercándose a Ricardo Anaya.

Nueva ceja levantada en el hangar presidencial.

Nuevo manotazo en el escritorio.

Todo lo que estamos viendo en el affaire Anaya tiene que ver con un tablero de ajedrez.

El principal jugador, el que mueve las piezas, es como el de ese poema luminoso de Borges:

“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza,

“¿Qué Dios detrás de Dios la trama empieza?”.

El SAT es el “ligero caballo”.

Hacienda es la “armada reina”.

Y los funcionarios de la  PGR, los “peones agresores”.

Las “torres homéricas” y los “oblicuos alfiles” son los medios de comunicación, los mensajeros y demás operadores.

(Todo, por cierto, está en Borges).

El Aparato —“Aparatich” en ruso— es el equivalente a la “tiranía de la burocracia” de la que habla el brillante Carlos Ramírez en sus columnas.

Ese aparato no duerme.

Menos en épocas electorales.

Por eso es tan temido.

Ahora que Enrique Núñez relató que este miércoles Andrés Manuel López Obrador se reunirá en Puebla “con 400 personajes de influencia social” (empresarios, constructores, ludópatas y Pipitilla) me remití sin querer al Aparato descarnado que todo lo investiga:

Las transferencias oscuras, el flujo del dinero en efectivo, las cuentas en Suiza y en los paraísos fiscales.

¿Y es que cuántos de los que irán a esa reunión pueden enfrentarse sin miedos al SAT, Hacienda y la PGR?

Júrelo el lector:

Pocos.

Muy pocos.

Si el hijo de Salinas está en la mira, ¿qué se esperan los aldeanos “peones ladinos”?

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *