La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam 

¿Quién lo dijo?

“Mi abuela en ningún momento dejó de velar por el bienestar y estabilidad del Estado mexicano”.

A)       El nieto de Sara García, la “Abuelita del Cine Nacional”.

B)      El nieto de Irma Serrrano, la “Tigresa”.

C)      El nieto de Elba Esther Gordillo, la “Maestra”.

Si usted eligió la primera opción, está equivocado.

Sara García escandalizó a la sociedad de su tiempo debido a sus inclinaciones sexuales.

El México de los años cuarenta y cincuenta —el del alemanismo, el del ruizcortinismo—no entendió que la gran actriz tuviera novia y no novio.

En consecuencia: la acusaron de atentar contra el bienestar y la estabilidad del Estado mexicano.

Si usted eligió la segunda opción, está más que errado.

Al meterse a la alcoba presidencial de Gustavo Díaz Ordaz y doña Guadalupe Borja, la Tigresa rompió con las más elementales reglas de urbanidad y de buenas costumbres, lo que la ubicó como una de las principales enemigas del bienestar y la estabilidad del Estado mexicano.

Llevarle serenata a Díaz Ordaz, a la mismísima residencia oficial de Los Pinos, la metió, además, en la Antología Universal del Mal Gusto.

La respuesta correcta, como verá el hipócrita lector, es la tercera.

Hace unas horas, René Fujiwara, nietísimo de Elba Esther Gordillo, declaró que su dulce abuelita veló durante muchas noches —desde sus humildes moradas de Polanco, San Diego (California) y Miami— por el bienestar de los profesores más modestos y sencillos, lo que la coloca desde ya en el altar que la Patria tiene consagrado para sus hijos e hijas más republicanos (as).

Que así sea.

Y si no es así: que se acomode.

Nota Bene: sobra decir que la Abuelita y el nietecito son ya dos figuras notables del partido de López Obrador y ofician a la izquierda de éste.

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