La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam 

Todo lo que no se debe hacer en una contienda lo están haciendo el PRI y el PAN.

Las campañas federales encabezadas por José Antonio Meade y Ricardo Anaya son un tropiezo permanente.

Lejos de crecer, se apagan.

Uno jala al otro, como los cangrejos metidos en una cubeta.

Una y otra vez se exhiben mutuamente como los peores, los más corruptos, los más amancebados.

Desde las alturas que le dan ser el primer lugar en las encuestas, un displicente López Obrador celebra los desaguisados.

Cada vez que parece que ahora sí llegarán a un acuerdo, viene la patada debajo de la mesa.

Merecen perder los dos porque han sido pésimos rivales de una contienda que jamás entendieron.

Olvidan lo primordial: las elecciones las gana el primer lugar.

Del segundo nadie se acuerda.

¿Y qué decir del tercero en discordia?

Su destino inmediato es el olvido.

Merecen perder también porque sus patrocinadores son incapaces de llamarlos al orden y prefieren deshojar la margarita en espera de un milagro.

Después del segundo debate, técnicamente habrá terminado la contienda.

AMLO administrará su primer lugar como lo ha venido haciendo: actuando como si la Presidencia estuviera ya en su bolsa.

Los otros, entre tanto, continuarán vociferando al infinito.

Ya tendrán tiempo de arrepentirse.

Un sexenio completo.

Y pasarán a la Historia Nacional de la Infamia como los dos que pudieron pero no quisieron.

Las derrotas electorales están plagadas de tramas como éstas.

¿Dónde quedaron los reflejos de la Mafia en el Poder?

¿A qué bote de basura fueron a parar los operadores, los magos alquimistas, los geniales estrategas?

Una carcajada sale desde lo alto.

Su dueño es López Obrador.

Hasta dormido ganará la Presidencia.

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