La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam 

Un funcionario federal de altos vuelos fue citado a un acuerdo presidencial.

El susodicho respiró profundo.

“Por fin”, se dijo.

Preparó todo para cuando Peña Nieto le dijera que habría que echar la carne al asador para salvar a José Antonio Meade.

Incluso anotó un par de ideas sobre lo que otras dependencias podrían hacer para contribuir al levantamiento del candidato presidencial.

Imaginó que a la reunión acudirían también otros funcionarios de su sector.

De buen humor salió de su oficina y se enfiló a Los Pinos.

Cuando ingresó al despacho del presidente descubrió azorado que sólo estarían los dos.

Ni un par de mocasines más.

El acuerdo inició como todos los acuerdos presidenciales que le han tocado vivir.

De excelente humor, Peña Nieto cerró la charla con una recomendación:

“Te encargo mucho el cierre”.

Y ya.

Ni una palabra sobre Meade o sobre las elecciones o sobre el futuro de su oficina.

El funcionario federal de altos vuelos salió pensando mil cosas.

“¿En qué está pensando el presidente?”, se preguntó.

“Está de lo más tranquilo  —le dijo a su particular—. Lo vi relajado, contento, como si Meade fuera arriba en todas las encuestas”.

No dijo más.

Prefirió hornear sus deducciones en el horno de la incertidumbre.

 

Las Metamorfosis de AMLO

López Obrador empezó su campaña queriendo ganar la presidencia.

Cuando se sintió seguro, empezó a amarrar el Congreso de la Unión.

Cuando se sintió seguro, empezó a amarrar la transición.

Cuando se sintió seguro, empezó a dibujar los proyectos presidenciales.

Y hoy está tan seguro, que ya hasta le da consejos al presidente Peña Nieto.

Lo último que dijo fue que se entrevistara con Donald Trump para ver el tema de los aranceles.

Instrucciones, no consejos.

Leave a comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *