Crónicas Marcianas
Por: Zeus Munive / @eljovenzeus

¡Cállese pinche vieja!, ¡tú también te vas con nosotros!”, le gritó el policía municipal (adscrito al desaparecido grupo de élite GAREP) a la señora Carmen N mientras la detenía sin una orden de aprehensión y dentro de su domicilio, después de haber subido a una patrulla a su esposo, el señor Gaspar N.

¿Cuál fue el delito? Despertar en la madrugada y asomarse porque un grupo de policías municipales pateaba el zaguán de su casa, según consta en un video mostrado a este reportero y que ni el juez de control ni el agente del Ministerio Público quieren tomar en cuenta, pese a que es prueba suficiente para liberar a la pareja que cometió el único crimen de mirar quién golpeaba violentamente la puerta de su morada.

Unas horas después de la detención, el 10 de marzo de 2018, Carmen N –de 50 años de edad– terminó postrada en una cama del hospital de la UPAEP con la cadera fracturada, esposada y rindiendo declaración ante el juez de control Fernando Martínez Espinosa, quien, en varios momentos, regañaba al abogado y a su representada: “¡Le pregunté a ella, no a usted! ¡Ya está lo suficientemente grandecita para entenderme!, ¿no?”.

¿Cómo terminó con la cadera fracturada? Cuando iban rumbo a la Fiscalía General de Puebla, la patrulla se pasó un alto en la esquina del bulevar Atlixco y la 25 Poniente. Un coche chocó contra los cuatro policías que custodiaban a Carmen N y a Gaspar N. La señora no quedó bien después de la intervención quirúrgica que le hicieron en el hospital, pues hace un mes tuvieron que revisarla nuevamente.

En la declaración, esposada a la cama del hospital, Carmen N relató que ella le advirtió al uniformado que manejaba la patrulla: “Bájele de velocidad, señor, que nos vamos a impactar”. Los policías le respondieron con leperadas. De pronto, ocurrió el accidente que la dejó mal de salud y con secuelas.

Esta historia que se inscribe en un abuso de autoridad inicia a la una de la mañana del 10 de marzo del año pasado en la colonia Miguel Hidalgo –cerca de Amalucan–. Un grupo de alrededor de 10 jóvenes menores de edad bebían alcohol fuera de la casa de Carmen y Gaspar. Un par de muchachos eran hijos de los detenidos.

Al inicio pasó una patrulla y bajaron unos uniformados. Les llamaron la atención porque cometían una falta administrativa. Al parecer, se hicieron de palabras con los jóvenes. Los uniformados se subieron a la patrulla y los muchachos entraron con sus amigos a la casa de sus padres.

Hasta ahí todo podría parecer normal, pero una hora después los uniformados buscaron respaldo de toda la corporación municipal. En un video, cuya copia tiene este reportero, se contabilizan más de cinco patrullas que comenzaron a hacer rondines fuera de la casa y se calculan 29 policías que bajaron de sus autos y transitaban fuera del domicilio de Carmen y Gaspar.

A las 2:46 horas llegaron más patrullas, en especial dos del Grupo de Atención y Reacción de Estrategia Policial (GAREP) creado, por cierto, durante el morenovallismo por Manuel Alonso García.

Los uniformados del GAREP patearon la puerta.

“Estaba dormida. Escucho los ruidos. Mi esposo y yo nos espantamos. Bajamos a ver. Estaban mis hijos y unos amigos suyos en el patio de la casa. Pasaron 10 minutos. Comienzan a patear la puerta y parecía que la iban a tirar. Había más de 20 policías en la calle. Mi esposo abrió la puerta y se metieron los elementos al patio de la casa. Jalan a mi marido y lo suben a la patrulla”.

—¡No traen documentos. No se lo pueden llevar! —gritó la señora, desesperada.

—¡Cállate pinche vieja, que tú también te vas! —le respondió un policía del grupo de élite.

Le torcieron el brazo y la sometieron para subirla a la unidad de la policía municipal. Otros uniformados dispararon al aire.

Hay pruebas de los casquillos en el suelo.

“Se la pasaron diciéndome leperadas y lo que me iba a pasar en la cárcel”, se quejó con el juez la señora Carmen.

Cuatro de los 29 policías municipales acusaron a la pareja de resistencia y la señora Carmen y su esposo acusaron a los uniformados de abuso de autoridad. La de los uniformados pasó rápidamente e incluso le fijaron una fianza a la pareja, mientras que la denuncia contra los policías no ha procedido. Vive en el sueño de los justos.

Lo más grave del tema es que hay un video en el que se ve clarísimo cómo fue sometida la pareja y cómo los policías patean la puerta de la casa y esa prueba no la quieren integrar dentro de la carpeta de investigación, por lo que podría pensarse en un encubrimiento y hasta en tráfico de influencias por parte de las autoridades.

En los próximos días habrá una nueva audiencia contra Carmen y Gaspar N. El equipo de élite policiaco lo desapareció Claudia Rivera luego de que uno de sus integrantes se fugó, después de haber violado a una mujer a finales del año pasado. Escándalo que lastimó mucho a la sociedad poblana.

¿Cuántas historias ocurren diariamente como esta, en la que se usa la fuerza pública para reprimir a gente que sin deberla ni temerla resulta afectada?

A MANERA DE COLOFÓN

En un video mostrado al reportero aparece Carmen N. Está esposada. Lleva puesta una bata del hospital y a duras penas puede hablar, pues se queja del dolor de su cadera, mientras que un juez la reprime por la forma en la que responde.

Ella dice, suplicando justicia: “¡Yo soy inocente. No hice nada, señor! ¡Nunca forcejeé con ellos (los policías)!” (sic).