Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva 

Lejos, en el tiempo y en la forma, del culto a la personalidad de los gobiernos priistas y del morenovallismo, el primer informe del gobernador Miguel Barbosa será —este 15 de diciembre— un acto austero, para, estrictamente, cumplir con la Constitución local que establece la obligatoriedad de este ejercicio de rendición de cuentas, en su artículo 53. El mandatario acudirá al Congreso, en donde entregará por escrito el recuento de estos cuatro meses y medio de su administración. Aunque la ley lo establece para una memoria anual, por las circunstancias de Puebla será sólo sobre este tiempo. No habrá el besamanos tan desgastado por el priato. No será pretexto para la pasarela de invitados especiales, muchos de los cuales llegaban literalmente por aire, como en el morenovallismo. Es ahora el barbosismo y su rompimiento con esos rituales del poder.

Sin menoscabo de cualquier otro, seguramente —como ya se hace notar en los spots previos— el mayor logro que se ha visto en el escaso tiempo del barbosismo es la cercanía con la gente.

En las condiciones en que tomó el estado, el pasado 1 de agosto, sin muchos recursos económicos y casi al cierre del año fiscal, es el nuevo rostro de la administración lo que está más a la vista.

Desde aquella ceremonia de rendición de protesta en el Congreso y luego en el acto del Auditorio Metropolitano, Barbosa puso énfasis en su sello personal.

No más pasarelas.

No más tratos especiales de bienvenida a los personajes de proyección nacional.

No más salutación.

No más alfombra roja virtual para la clase política.

Un ejercicio estrictamente republicano con ponderación de los otros poderes: el Legislativo y el Judicial de la entidad.

El contraste con el pasado resulta abismal.

Están los excesos, por ejemplo, del marinismo.

Cuando en su último informe, el hoy prófugo Mario Marín Torres subió a toda su familia, hijos, esposa, nueras, al escenario del auditorio del Centro de Exposiciones y Convenciones para recibir el aplauso de pie de los pocos allegados que le quedaban.

O en los primeros de Rafael Moreno Valle, cuando un predio aledaño al centro comercial Angelópolis se convertía en improvisado helipuerto para una veintena de naves en las que llegaban las decenas de invitados especiales.

Eran los días en que el número de los otros gobernadores asistentes era símbolo del “éxito” del convocante.

En uno y otro sexenios, luego venía la comida.

Recepciones espectaculares y de derroche.

Y si se echa la memoria más atrás, cómo olvidar los informes del también priista Melquiades Morales Flores.

Era el campeón del besamanos.

Larguísimas filas se formaban para ofrecerle los respetos al “Señor Gobernador”.

Aunque su estilo de don Melquiades siempre fue más humano y es uno de los ex gobernadores más queridos del estado.

No habrá gastos excesivos en publicidad y se circunscribe solamente al estado, pues “yo no quiero otro cargo fuera de Puebla”, dijo Barbosa el pasado domingo.

La referencia es por supuesto a la fallida carrera por la candidatura presidencial que emprendió, desde la gubernatura, el finado Moreno Valle.

El requisito constitucional es presentar un informe el 15 de diciembre de cada año.

Eso, a pesar de que, en esta ocasión se trata de sólo cuatro meses y medio de ejercicio.

Por ser este gobierno producto de una lección extraordinaria.

En estricto sentido, en este año, del 15 de diciembre de 2018 a este próximo domingo, Puebla ha tenido cuatro mandatarios.

Martha Erika Alonso, quien falleció a 10 días de asumir el cargo.

Jesús Rodríguez Almeida, como encargado de despacho.

Guillermo Pacheco Pulido, como interno nombrado por el Congreso.

Miguel Barbosa, constitucional.

El artículo 53 Constitucional establece:

“El Gobernador asistirá a la apertura del primer Periodo de Sesiones Ordinarias de cada año y presentará un informe por escrito en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública estatal del ejercicio anterior. Dicho informe será contestado por el Presidente del Congreso del Estado”.

Ahora sí, habrá estricto cumplimiento de esa letra.

No es el Día del Gobernador.

No es una fiesta.

Es la rendición de cuentas a los poblanos.

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Posdata:

¿Qué tal el mensaje del gobernador este miércoles a los magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Puebla?

“En Puebla no puede haber cargos para siempre”.

Y que oiga el que quiera oír —y entender—.