La Entrega
Por: Adrián Ruiz 

La ignorancia de la administración pública, el amiguismo, el nepotismo y la incompetencia, entre otras cosas, tienen a Claudia Rivera Vivanco encerrada en un callejón sin salida, sumado a que jugó las contras en la pasada elección, por lo que está en la mira de la 4T.

La situación para la alcaldesa poblana se agudizó en los últimos días. Su preocupación por arreglar la delicada situación la obligó a olvidar otros flancos importantes. Dejó en segundo término lo prioritario su labor como presidenta municipal.

Una vez que con sus cercanos colaboradores jugaron mal sus cartas y perdieron, deberían enfocar su atención en realizar una mejor administración de la capital, ya que ello sería la mejor defensa contra sus equivocaciones.

La ciudad y sus zonas conurbadas son un desastre en seguridad y servicios. Nada detiene la debacle de una de las capitales más importantes del país.

Aunque, si bien, no tiene la culpa total, es de su incumbencia combatir las deficiencias. Para eso fue elegida y nada hace y, al parecer, ni pretende hacerlo.

Por el contrario, fomenta el claro nepotismo del director General del DIF municipal, Benigno Romano Romano, y su sobrino José Israel Román Romano, secretario de Infraestructura y Servicios Públicos.

Ambos, amigos de la familia de Claudia. Y los dos colocados en puestos clave de la administración municipal.

El trabajo de los dos funcionarios deja mucho que desear. Sólo basta circular por las calles y bulevares de la ciudad para percatarse del abandono total de mantenimiento en el asfalto.

Los incontables baches incrementados por la temporada de lluvias son el azote de las suspensiones y neumáticos de los automotores.

Por la misma ruta se encuentran los amigos colocados en el equipo de Claudia Rivera, como la ilógica defensa de Lourdes Rosales Martínez, ya que al sostenerla en la Secretaría de Seguridad Pública y Tránsito Municipal (SSPTM) raya en lo absurdo.

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