CREONTE: ¿Y has osado, a pesar de ello, desobedecer mis órdenes?

ANTÍGONA: Sí, porque no es Zeus quien ha promulgado para mí esta prohibición, ni tampoco Niké, compañera de los dioses subterráneos, la que ha promulgado semejantes leyes a los hombres; y he creído que tus decretos, como mortal que eres, puedan tener primacía sobre las leyes no escritas, inmutables de los dioses.

República Restaurada
Por Víctor Baca

El drama de Antígona nos alcanzó. La absurda condición que padecen las leyes en manos de hombres y mujeres, no tan probas ni de reconocida honradez, jueces y magistrados, (especie sobrevaluada y causante de muchos de los males y perjuicios causados al espíritu de la justicia), sin olvidar a los abogados que son expertos en buscar los recovecos de la ley para birlar y, en su caso, ultrajar las disposiciones y procesos entablados sobre criminales de varias especies… y para colmo, al unísono cantan el cumplimento de la ley…

Las leyes son imperfectas y como decía Sófocles, en voz de Antígona: humanas, tal vez demasiado humanas, replicaría el pensador de Röcken, y los últimos acontecimientos, sobre todo a raíz de la liberación de criminales confesos y secuestradoras famosas, debido a faltas dentro del proceso judicial, invita a reflexionar si es condición ¿respetar las leyes o en los casos en que atentan contra la justicia, conciliar otras alternativas?

Es evidente que se ha perdido el sentido de justicia entre muchos de los jueces y de los que litigan, de éstos último, dirán que es su trabajo, pero de los primeros, me parece increíble, el poco sentido de honorabilidad y atención que debe depositar sobre cada uno de los asuntos. Privilegiando siempre a la parte agraviada. Ojo, esto no quiere decir que, en muchos casos, las situaciones no sean tan claras, pero en el caso de los secuestradores o asesinos confesos, sobre todo, en los casos en que una vida humana se expuso o se atentó contra ella, no debe existir mayor agravante que el acto mismo.

Las leyes se han multiplicado, como si con más leyes y la obra del espíritu santo, los crímenes desaparecieran, como si agregando leyes y castigos, la violencia se inmovilizara. La lógica legislativa, a manera de moda, toma tópicos como los de violencia y delincuencia, sin distinguir uno y otro, y modifica, abroga, o agrega nuevas tipificaciones y especificaciones, como si las leyes fueran algo más que solo eso: leyes.

Más aun, para qué más leyes, si ni los jueces ni los abogados ponen de su parte. Para qué más leyes si los responsables de la impartición y procuración de justicia, no las atienden. Casi 500 modificaciones constitucionales, sin contar las de leyes secundarias y accesorias; órganos perfectamente establecidos y pagados, y ni la justicia aparece ni la violencia se detiene…

Los ciudadanos y las mismas autoridades, desde 2008, por lo menos han denunciado, la ineficacia e ineficiencia, tanto de la ley como de sus aplicadores, y curiosamente en estos últimos diez años, han sido los más violentos de toda la historia, desde la revolución, por lo menos, y en el fondo, la puerta giratoria de juzgados y tribunales, o los instrumentos como el amparo o los diversos recursos, curiosamente , en lugar de ofrecernos las garantías, solo no han puesto como un pueblo donde reina la injusticia, la violencia y el crimen.

A veces no solo es necesario tener un buen presidente, sino mejores ciudadanos, excelentes jueces y abogados con una carga mayor de valores y principios…