Economía y Política.

Durante la campaña de 2018 muchos expresamos preocupación por el discurso polarizante del entonces candidato AMLO pues, si bien en democracia se admiten incluso animadversiones, se asume que por encima está el interés de la nación y no su división.


Después de tres campañas presidenciales, pero ahora como ganador, el ya presidente López Obrador pudo callar bocas y demostrar que siempre tuvo las alturas necesarias para ser Jefe de Estado y de Gobierno de todos los mexicanos. Desafortunadamente la inercia de AMLO le ganó a la investidura del presidente López Obrador.


¿Por qué lo digo? Bueno, pues de entrada les dijo “fifís” a 50% de sus gobernados. Si bien la frase resultó un éxito y todos la usamos; también dejó ver a un Presidente que, después de años y años de hacer sacrificios por estar en campaña, no está dispuesto a sacrificar seguir en campaña.


Viendo los números es claro que el Presidente les habla a los suyos, que cada vez lo quieren más; aunque eso incremente el rechazo entre los otros que no son “pueblo bueno”.

Desafortunadamente para el país, y para quienes vivimos aquí y nos negamos a quedar atrapados en alguno de los dos extremos, el “pueblo bueno” del Presidente no mueve la economía.


De acuerdo con el periódico El Financiero, el Presidente cerró el 2018 con una popularidad de 77% para después entrar en un pequeño roller coaster que tuvo su máximo en febrero 2019 (83%) y la bajada más pronunciada en julio y agosto (66% cada uno).

Para el arranque de este año comenzó con 71% aunque, como ya es costumbre, a su administración no le va tan bien: en Seguridad, 31% de aprobación; Economía un sorprendente 45% (supongo que por la ratificación del T-MEC); Combate a la Corrupción, 38%; Combate a la Pobreza 34%; Educación 50%; y Salud 36%.


Revisando la metodología de esta encuesta telefónica a población abierta, llama la atención que sea una muestra tan pequeña (820 personas), levantada en cuatro días en las 32 entidades federativas.

¿Qué tan pequeña es la muestra? Pues por dar un parámetro, en México hay un total de dos mil 457 municipios e, insisto, sólo 820 llamadas. Por esta razón, decidí consultar al INEGI donde, además de lo metodológicamente sólido de sus trabajos, es posible no perderse en esa definición amorfa de “población abierta” y consultar, en específico, el sentir de consumidores y empresarios.


El Indicador de Confianza del Consumidor subió en enero de 2020 0.7 puntos respecto a diciembre 2019; sin embargo, el indicador enero 2020 se ubicó en 44.2 puntos, lo cual es -1.9 puntos menos respecto a lo reportado en enero 2019. Dicho de otra manera, los consumidores de este país sí están resintiendo el mal desempeño económico y lo reflejan perdiendo confianza; no es dato menor que el componente que más cayó respecto a 2019 sea el de “situación económica del país esperada dentro de 12 meses, respecto a la actual” con una reducción de -8.1 puntos.


Los Indicadores de Confianza Empresarial para enero 2020, a pesar de los “aletazos de cagüamos” con la mafia del poder redimida y los eventos con el CCE, son aún más contundentes. Respecto a diciembre de 2019 la confianza en el país entre los directivos de la industria manufacturera se redujo -0.5, entre los constructores cayó -1 punto y entre los comerciantes -0.4 puntos. Al comprar los indicadores de confianza a la llegada al poder de la 4T (enero 2019) y el momento actual (enero 2020), los resultados son contundentes: Manufacturas cae -4.1 puntos, Comercio cae -3.6 puntos y Construcción cae -1.2 puntos.


¿Qué consumidores y empresarios son fifís? No lo sé porque todos, de una u otra manera, somos consumidores, pero esta desconfianza explica el letargo económico; y el crecimiento es importante también para el Presidente y la 4T: si no hay crecimiento, no hay recaudación ni dinero para sus programas clientelares. Eso sí, tanto la confianza como la popularidad del Presidente, están por debajo de lo registrado el año pasado.


Tenemos un país donde la popularidad del Presidente se mantiene, pero que está K.O. en términos económicos. Tal vez crean que la división entre chairos y fifís sea buena para la popularidad del Presidente, pero es nociva para el país.


Señoras y señores de la 4t: dividir al país es quebrarlo.

OTROS PECADILLOS
El sábado los Tigres comieron birria e hicieron ver mala a mis Chivas. Coincido con Federico Rubli, a quien mencioné en esta columna cuando se abordó la autonomía de Banxico, y quien lo comentó en Twitter: el problema es Tena. Estuvo mal el torneo pasado, ya estaba tomada la decisión de que se fuera, sacó el colmillo para cerrar bien los últimos juegos y así apantallar a Amaury Vergara, quien lo aguantó y ahora tanto el equipo como la afición pagan las consecuencias. El truco más viejo de la chistera le salió bien a Luis Fernando, ahora la pregunta es hasta cuándo. Por cierto ¿en qué otra columna tiene la reseña de economistas hablando de futbol?

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