La política es el arte de llegar a acuerdos y construir alianzas.

Múltiples lecturas dan muestra de la serie de acuerdos y pactos celebrados entre personajes (coaliciones) para conseguir objetivos, que con el tiempo fenecen.

El ex mandatario Rafael Moreno Valle citaba muy seguido una frase que se ha convertido en una de mis favoritas, “los enemigos de mis enemigos, son mis amigos”.

Por eso a nadie le debe extrañar que el gobernador Miguel Barbosa pacte con El Yunque, o al menos con un ala de la ultraderecha poblana, que tiene en el ex presidente municipal, Eduardo Rivera Pérez, a uno de sus representantes.

Todo comenzó la semana pasada cuando el ex edil capitalino hizo acto de presencia en la inauguración de las nuevas oficinas del periódico ContraRéplica, que dirige el gran periodista poblano Mario Alberto Mejía Martínez.

El acto pasó desapercibido hasta por quien escribe estas líneas, el cual asistió al evento; incluso, saludó a Rivera y a su esposa Liliana Ortiz; sin embargo, sí llamó la atención del acucioso ojo del también periodista Jorge Rodríguez Corona, quien citó el encuentro entre Eduardo y Barbosa, precisamente en este evento y el gran abrazo que se dieron.

Incluso, Rodríguez citó la amistad y la buena relación que existe entre ambos personajes, quienes se conocieron en la Legislatura federal, donde ambos fueron diputados, uno del PAN y el otro en ese entonces del PRD

Fue entonces, luego de la lectura de Jorge, cuando todo comenzó a tener sentido, Rivera es plan B del gobernador en caso de que tenga que negociar con la derecha poblana, en entregar la capital del estado ante los malos resultados de los gobiernos emanados de Morena y la caída en la popularidad del presidente López Obrador, quien además no estará en la boleta para poder apuntalar a su partido en 2021.

En mi pasada entrega mencioné que la prioridad del presidente López Obrador es mantener la mayoría en la Cámara de Diputados, lo cual es vital para mantener vivo su proyecto.

Al Presidente no le importa si se gana o se pierde el Congreso de Puebla, ese sólo le preocupa al gobernador por el tema de sus cuentas públicas y de la gobernabilidad, ya que todo pasa precisamente por esa aduana.

El gobernador Barbosa Huerta sabe que en este momento los números no le favorecen a Morena, su partido, el cual se ha desplomado en la capital merced a las bajas calificaciones de la alcaldesa Claudia Rivera, pero también al desgaste que registra la marca, la cual fue fundamental para obtener el triunfo, pero que hoy viene en picada.

Seguramente en el corazón del mandatario estatal sin duda está que el líder del Congreso local, Gabriel Biestro Medinilla, mejor conocido como “El nuevo Zavala”, se pueda alzar con el triunfo en la contienda de 2021 y posteriormente convertirse en su sucesor en Casa Aguayo, pero esto parece ser muy complicado.

Un personaje que se ha convertido por demás molesto para el mandatario estatal es su ex secretario de Gobernación, Fernando Manzanilla Prieto, quien es, hoy por el hoy, el enemigo público número uno de la actual administración.

Manzanilla aspira a ganar la candidatura a la alcaldía de Puebla por Morena y convertirse en presidente municipal y después en gobernador del estado, algo que por supuesto no es del agrado del gobernador Barbosa, quien busca frenar a Fernando en sus intenciones a como dé lugar.

Alejandro Armenta es uno de los antídotos que el mandatario estatal ya puso en marcha para poder frenar la hiperactividad de Manzanilla quien, libre de cualquier atadura, se ha dado a la tarea de buscar la consolidación de una postulación fuerte con el respaldo de integrantes de Morena, del PRI, panistas y todo tipo de descontentos con la administración estatal, busca conformar un frente para pelear por el poder.

“Los enemigos de mis enemigos son mis amigos”, Manzanilla suma adeptos por todas partes, pero el gobernador Barbosa también mueve sus piezas.

Después de todo, como lo dijera el entonces rey de Francia, Carlos IV: “París bien vale una misa”.

Eduardo Rivera y El Yunque poblano son aliados ya del gobernador Barbosa, a ver hasta cuándo dura la alianza.

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