Lalianza política con tintes de complicidad que el presidente Andrés Manuel López Obrador selló, previo a 2018, con la ex presidenta del SNTE, Elba Esther Gordillo, fue tan estridente que ninguno ha podido negarla. Sin embargo, ese pacto ha mostrado fricciones recientes que hacen suponer que es ahora muy frágil. La entrevista que la maestra dio al diario español El País, en la que anuncia que participará activamente en la vida política, disgustó en Palacio Nacional, al grado que el tabasqueño sacó del cajón de los rencores reproches sobre el papel del elbismo en el “fraude” de 2006, cuando la “mafia” le robó la presidencia. Del cuartel de la chiapaneca extendieron este fin de semana acuse de recibo y, con sus matices, su yerno y presidente de su organización política, RSP, alertó sobre los “sueños guajiros de un socialismo trasnochado”, que puede degenerar en “dictadura”. ¿Se acabó la luna de miel AMLO-Elba? ¿Los tambores son de guerra?

“Tengo resistencia a ella (la entrevista). Hay que ser justos, siempre que hablo he generado olas de reacciones”, le dijo casi al principio de su encuentro Elba Esther al periodista Javier Lafuente de El País.

Vaya que tiene el diagnóstico preciso sobre sí misma.

La pieza periodística, que se publicó el pasado 16 de febrero en su versión web, que lleva la cabeza “Elba Esther Gordillo: ‘Pienso hablar, opinar y actuar en la vida de México’”, molestó a López Obrador como pocas cosas pueden hacerlo.

Lo sacó de su eje cómodo.

De su natural desinterés por las cosas.

De su capacidad para minimizar los temas.

Le caló muy fuerte.

Y como pasa cuando le mueven las vísceras al Presidente, se fue al baúl del resentimiento por una respuesta.

Ese baúl que tan atiborrado tiene.

Sin que nadie le preguntara sobre el tema, fuera del contexto de los temas que se abordaron, en la conferencia mañanera del miércoles 19 de febrero, el morenista afiló la lengua contra el elbismo:

“Yo recuerdo que cuando hicieron el fraude de 2006, en premio a quien había ayudado en el fraude, le entregaron la Subsecretaría de Educación Básica y le entregaron el ISSSTE, etcétera, etcétera, etcétera”.

Sin nombre, sin fechas, hizo alusiones tan específicas que sepultaron cualquier interpretación.

La Subsecretaría de Educación Básica de la Secretaría de Educación Pública del gobierno de Felipe Calderón fue entonces para Fernando González Sánchez, el yerno de Elba.

Hoy él es el presidente de las Redes Sociales Progresistas (RSP), organización que pronto se convertirá en partido con registro ante el Instituto Nacional Electoral (INE).

La dirección del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) también en ese 2006 fue para uno de los entonces principales operadores del elbismo, Miguel Ángel Yunes Linares, a la postre ex gobernador de Veracruz.

Con el tiempo terminaron distanciándose entre graves acusaciones mutuas de corrupción.

La historia de los años siguientes es bien conocida:

Elba mantuvo su gran poder en el calderonismo.

Luego ayudó al priista Enrique Peña Nieto a llegar a la presidencia.

La negativa de la dirigente magisterial a la Reforma Educativa del peñismo los llevó al choque.

Ella debió pasar en la cárcel, primero, y en arresto domiciliario, después, en total más de cinco años.

Antes de 2018, ella y López Obrador, por terceros, llegaron al acuerdo de ir juntos a la elección presidencial.

La organización Redes Sociales Progresistas sirvió para el apoyo del elbismo al tabasqueño.

Luego se dio a la tarea, desde el año pasado, de buscar su registro como partido.

Ya cumplió con los requisitos.

Lo será en julio próximo.

Este sábado, en su Asamblea Nacional, el yerno de la maestra aprovechó para mandar mensajes.

En un discurso ambivalente, apapachó al lopezobradorismo, por momentos, pero fue especialmente cáustico en otros.

Tres días después, la descalificación del Presidente tuvo respuesta.

“Los políticos no debemos ser una nueva aristocracia. Una forma de oligarquía que sólo medra y ataca la vida pública.

“Si están de acuerdo con estas ideas básicas, Redes Sociales Progresistas tiene mucho sentido. Más aún cuando la clase media desaparece entre dichos mañaneros y ataques vespertinos.

“Entre sueños guajiros de un socialismo trasnochado, que ya fracasó, y un capitalismo destemplado que sólo endiosa al mercado y aniquila la igualdad social. Y lo único que despierta esta disputa, es otro falso dilema que pagan las clases medias del mundo.

“No hay tiempo para divisionismos ni para disputas nocturnas. La confrontación puede salirse de control y empujar una dictadura de uno u otro signo. Todas las dictaduras son inhumanas y en México nunca permitiríamos una falta de libertades, como tampoco toleramos el egoísmo neoliberal que quiere jerarquizar a la sociedad a sus llanos y simplistas intereses”, advirtió González en Ciudad de México.

El yerno también logró así, es de suponerse, telegrafiar la respuesta de su suegra.

Hay tensión.

Sin duda.

López Obrador no le gusta que Elba pretenda “hablar, opinar y actuar en la vida de México”.

Al elbismo no le gustó tampoco la descalificación.

Si bien en 2006 los elbistas ayudaron al bando contrario, el hoy Presidente ha reconocido que fue él quien desdeñó ese apoyo.

Porque primero se lo ofrecieron a él.

Ese que, después, ya en 2018 sí aceptó.

Gustoso.

Con brazos abiertos.

Y por el que también entregó premios.

Recompensó el respaldo.

Las fricciones están ahora a la vista.

Tienen un momento grave.

A meses del arranque de la contienda electoral intermedia.

¿Habrá reconciliación o guerra?

¿Puebla qué papel jugará en ésta?

Con sus elbistas de las RSP.

La complicidad hoy es endeble.

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