El sabio ex gobernador de Puebla Melquiades Morales Flores acuñó una frase que se hizo célebre y que hoy en Puebla cobra vigencia más que nunca.

Cuando las cosas estaban mal, las discusiones escalaban y los problemas crecían, Melquiades recomendaba ponerse una “bolsa de hielos en la cabeza”, antes de tomar una decisión, es decir, enfriarse para poder resolver de la mejor manera los asuntos.

En Puebla hoy se respira un ambiente tenso, incluso polarizado por el choque entre el rector de la máxima casa de estudios en el estado, Alfonso Esparza Ortiz, y el gobernador Miguel Barbosa con motivo de las auditorías que se le pretenden aplicar a la BUAP.

La entidad viene de vivir, desde 2006, año cuando estalló el escándalo conocido como el Lydiagate (la detención en Cancún de la periodista Lydia Cacho por parte de judiciales poblanos a solicitud del empresario Kamel Nacif) varias etapas de crispación política, las cuales se acrecentaron debido al estilo personal de gobernar del desaparecido Rafael Moreno Valle.

El arribo de Tony Gali a la minigubernatura, de un año y ocho meses, le dio a Puebla un lapso de estabilidad política y social.

Gali Fayad se dio a la tarea de buscar la reconciliación de todos los sectores de Puebla, incluso como lo comenté en mi entrega de Martha, la gobernadora caída, entró en conflicto con Rafael por sacar de la cárcel a varios perseguidos políticos y sumar a empresarios, medios de comunicación y a todos aquellos a quienes lastimó Moreno Valle.

Pero vino la campaña electoral de 2018 y echó a perder todo el trabajo que Tony había llevado a cabo para terminar con los enconos generados por Rafael, quien eligió ser odiado en vez de ser amado.

La campaña que enfrentó a Morena con el morenovallismo provocó de nueva cuenta una ruptura y una polarización entre los grupos políticos antagónicos y sus seguidores, la cual no ha podido ser cicatrizada.

El conflicto poselectoral, el cual arrancó al día siguiente de la elección, con los acontecimientos protagonizados en el Hotel MM, sólo fueron el preámbulo de cinco meses más de polarización, los cuales no se terminaron con el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación a favor de Martha Erika Alonso, quien fallecería a los 10 días de haber tomado posesión como gobernadora de Puebla, en un accidente aéreo.

El vacío que dejó la muerte de Martha y Rafael fue llenado en parte por el interinato encabezado por un político de todos los tiempos, Guillermo Pacheco Pulido, quien le dio un poco de paz y de tranquilidad a una convulsionada Puebla, la cual vivió otra lucha electoral en muy corto tiempo y que derivó en la victoria del hoy gobernador Miguel Barbosa.

Puebla clama que haya un poco de tranquilidad, que regrese hasta cierto punto aquella Puebla bucólica donde el común denominador era que no pasaba nada.

Hoy se vive un momento sumamente tenso, ríspido por el choque entre la BUAP y el gobierno del estado, pero también porque hay inestabilidad política en la entidad y en Puebla capital, donde la alcaldesa de Puebla en parte es víctima de sus errores, pero también del fuego amigo.

A nadie beneficia esta situación, la cual si la sumamos al difícil panorama en materia de seguridad pública, hacen que Puebla se vuelva poco atractiva para la inversión nacional y extranjera; esto no puede ser bueno para quienes vivimos en este lugar.

Hoy hace falta que muchos actores políticos de la entidad hagan caso de los consejos del sabio ex gobernador Melquiades Morales Flores y por el bien del estado se pongan una “bolsa de hielo en la cabeza” y actúen con altura de miras.

LA COMIDA DE MONREAL

Quien se paseó a sus anchas por Puebla fue el líder de la bancada de Morena en el Senado de la república, el zacatecano Ricardo Monreal, quien incluso estuvo acompañado por el gobernador Miguel Barbosa en la presentación de un libro por parte del legislador.

La presencia de Monreal en Puebla, pero sobre todo el que estuviera acompañado por el gobernador Barbosa en uno de sus actos es fruto del pacto realizado entre el mandatario estatal y quien fuera su adversario en busca de la candidatura por Morena para la gubernatura de Puebla, el también senador Alejandro Armenta, quien ya pasó a engrosar las filas del barbosismo, luego de ser perdonado.

Armenta Mier ya puede hacer presencia en Puebla de manera discreta, por eso su más reciente conferencia de prensa y su reunión con periodistas de la vieja guardia.

Pero de regreso al tema de Monreal y su visita a Puebla, fue más interesante aún la comida que sostuvo con un grupo de simpatizantes en el salón El Olivo, ubicado en el carril a Morillotla 3038, en San Andrés Cholula.

Al encuentro acudieron personajes como el propio Alejandro Armenta, José Juan Espinosa, su esposa la senadora Nancy de la Sierra, diputados locales, principalmente del grupo del nacido en Acatzingo y el empresario Alfredo Rivera, sólo por mencionar algunos.

También llegó a la comida la presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco, quien arribó flanqueada por su secretaria General, Liza Aceves, y su secretario de Gobernación, René Sánchez Galindo.

En la mesa principal, junto a Monreal, ubicaron a la alcaldesa capitalina, al diputado José Juan Espinosa y por supuesto al senador Armenta, quien mostró el músculo al llenar el salón que sirvió de sede del encuentro, el cual, algunos dicen, se puede considerar como el primer acto de campaña de Ricardo Monreal Ávila para buscar la presidencia de la república en 2024.

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