¿Cómo escribir poesía para los niños? ¿Cómo hacer versos que puedan hablarles a los niños, sobre todo a los niños de hoy, apabullados por un tumulto de artefactos? ¿Cómo escribir poesía para niños antes que los aceche la adolescencia? Me pregunto cómo debe ser la poesía que necesitan los niños, en general, para que a futuro se hagan lectores y no huyan de la poesía como ha sucedido en muchas generaciones que la escuela y su casa, a muchos les hizo perderse de ser lectores del género que mucho pudo haberles dado para su vida. No es fácil, aunque esa será tarea de los poetas que deben responder esas preguntas por lo que a la escritura de la poesía para niños se refiere. Del otro lado, y con la poesía ya escrita, la que los poetas contemporáneos están escribiendo y la que nos dejaron los antecesores, ¿qué hacer para que ésta sea leída por los niños? Esa es una pregunta toral, de la que me ocuparé en otra ocasión.

Leer poesía puede parecernos difícil e inútil, sin embargo, la escasa costumbre de lectura que en nuestro país campea, explica la razón de lo anterior. Nuestra educación lingüística ha sido utilitaria y facilitadora para utilizar las menos palabras posibles y las más pobres combinaciones entre los pocos vocablos usados, lo que nos ha dejado una pobre capacidad para explicar y reflexionar. Se ha creído que la poesía, por la forma de su lenguaje, es de difícil comprensión. Creencia errática, nos bastaría mirar con cuidado y paciencia y se resolvería notablemente ese pequeño mito.

Y ante este panorama ¿Cómo hacer llegar la poesía a los niños y cómo acercarlos a la lectura y la práctica de la poesía? Una tarea que en realidad resultaría sencilla, porque ellos están aptos para su aprovechamiento, dada su primigenia capacidad de percepción que está en pleno desarrollo. Pero surgen las preguntas: ¿Quién debe guiarlos hacia los libros de poesía? ¿Y a qué poesía se les debe acercar?

Es común que en la escuela abunde la poesía patriótica, la poesía celebratoria y la poesía con temas al respecto de las efemérides, y no es esa la poesía con la que los niños se han de cautivar, ni la que ellos necesitan para acceder a la poesía, a la verdadera poesía y entender lo que ella puede darles, la que podrá hablarles de su vida, de su movimiento y su devenir en el mundo. Los niños deben saber que la poesía puede ser su mundo con las cosas que están cerca a su vida diaria, ellos deben saber que la poesía verdadera tiene una palabra para ellos, como las cosas mismas que en los versos se nombran.

 Juan Ramón Jiménez, decía: “La naturaleza no sabe ocultar nada al niño; él tomará de ella lo que le convenga, lo que comprenda”. Y el autor de “Platero y yo”, siempre pensó en los niños, y aunque no escribió poemas para ellos, se ha encontrado que sin él saberlo, muchos poemas pueden ser leídos y comprendidos por niños de corta edad. Hay una selección de prosas y poemas de Juan Ramón Jiménez para ser leídos por niños publicada en 1957. Y se sabe de su agrado por las conversaciones con los niños; algunas fotografías lo muestran.

Una niña de nombre Camila Casillas, le escribió una carta al poeta Octavio Paz en la que le decía: “Yo un día te quiero conocer, en mi imaginación. Me encantan tus poemas. Mi maestra dice que a ti te gustaba la naturaleza, ¿es cierto que tenías un árbol de higos, que te encantaba treparte en tu árbol? En este taller, que es sobre tus poemas, me he divertido mucho. El poema que me gusta de ti es el de La rama”. El poema que a Camila le gustaba dice así: “Canta en la punta del pino/un pájaro detenido,/trémulo, sobre su trino./Se yergue, flecha, en la rama,/se desvanece entre alas/y en música se derrama./El pájaro es una astilla/que canta y se quema viva/en una nota amarilla. /Alzo los ojos: no hay nada./Silencio sobre la rama,/sobre la rama quebrada.” Vemos la sencillez de una rama, un pájaro que “es una astilla”, la música en que el pájaro se derrama o la presencia del fuego que ha quemado la astilla y la mirada que al final encuentra la nada. No hay en el poema una estructura incomprensible, las imágenes son diáfanas, tan claras que provocan mirar adentro del significado de las cosas que nombra, y la imaginación de los niños, es totalmente apta para hacerlo. La poesía como la que hay en este poema, es de gran significado para que los niños puedan llegar a ella como a su nueva casa. Y quizás la carta de Camila, sea una evidencia de la facilidad con la que ella pudo comprender el poema e interesarse por esa historia que hay en sus versos y a la que ha descubierto como un medio de encuentro con su propio mundo. Camila sabe que un hombre lo ha escrito y que es un hombre del que sabe algo de su historia y lo relaciona con su realidad, al grado que se atreve a escribirle una carta. Sabe real la existencia del poeta como un ser igual a ella. Se interesa porque el hombre que ha escrito el poema, es una persona como ella, y el poema que le gusta, habla de una rama y en la carta ella pregunta por el árbol de higos que supone posee el poeta. Hay en esa niña una inquietud de oro por la poesía, un interés que es la semilla para comprender la poesía en la práctica y para entablar conversación con lo poético de las palabras y para relacionarse con el mundo a través de un poema y hacer que su mundo crezca. ¿Y no es lo que quisiéramos que sucediera con los niños: que su mundo crezca? º

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