Economía. Dice el refrán que “mal comienza la semana al que ahorcan en lunes” y, una vez más, ese parece ser el caso de la economía mexicana. A la espera de que esta misma semana se publiquen los datos definitivos de crecimiento económico, ya se conoce su costo en términos de empleos formales: en 2019 el IMSS reportó 342 mil 77 empleos netos (el balance después de sumar los nuevos y restar los que se pierden) lo que equivale a la mitad de los generados 2018 y ubica la de 2019 como la menor cantidad de empleos generada desde la crisis financiera internacional de 2009.

Dado lo malo que fue 2019 hubo quienes supusimos que, por un simple efecto comparativo, 2020 se verían mejor y eso podría ir animando a los agentes económicos, pero no ha sido así: en enero de 2020 el IMSS reportó la creación de 68 mil 955 empleos netos nuevos, cifra 27% inferior a la de enero de 2019 y la más baja para un enero desde 2015.  ¿Todavía seguimos discutiendo eso de desarrollo sin crecimiento y, por lo tanto, empleos?

POLÍTICA

Quienes hayan visto Avengers: EndGame recordarán una escena donde se pone a cuadro a todas las heroínas de Marvel, quienes toman en sus manos la tarea de llevar las piedras del infinito a Iron Man para así derrotar a Thanos. Lo anterior, más a allá de evidenciar que soy un ñoñazo fanático de los cómics (de DC, principalmente), es un claro ejemplo de la importancia que el tema de “mujeres” ha tomado.

Ya sean los cambios en la historia de Aladdin de Disney en su versión live action (2019) respecto a la original en versión animada (1992) así como en otras películas, series y campañas publicitarias, pero también en oficinas, universidades, escuelas o nuestras propias sobremesas es evidente, para quien no tenga sesgos ideológicos, que el rol de las mujeres es protagónico en el siglo XXI.

Desafortunadamente, en nuestro país perduran anacronismos injustificables que, lejos de reconocer la importancia de las mujeres en ámbitos como la toma de decisiones de consumo, su potencial productivo, su aportación a la construcción de sociedades más incluyentes y equitativas o muchas otras aportaciones desde diferentes ámbitos, ven en lo femenino algo secundario que se puede ignorar o, en el peor de los casos, de lo que se puede abusar impunemente.

En 2019 el país registró más de tres mil homicidios de mujeres y alrededor de un tercio pudieran ser por motivos de género (es decir, cuando se les agrede no por un accidente o por obtener algún tipo de beneficio, como sería el caso de un asalto, sino por el hecho mismo de ser mujeres) mismos que, sin casos paradigmáticos cimbrando las fibras de la sociedad mexicana, como los feminicidios de Ingrid o Fátima, muy posiblemente serían ignorados.

Más allá de exigir, en total legalidad, que un castigo ejemplar sea aplicado a los culpables, esto nos debe levar a una reflexión más amplia de los errores que hemos cometido todos como sociedad: ¿Qué hicimos mal últimos años para educar a hombres que ven como algo normal abusar de las mujeres? ¿Qué estamos haciendo hoy para que los chavos sepan valorar y respetar a sus compañeras mujeres?  Y que conste que esto no debe verse como atenuantes para los agresores o, como está sucediendo en CDMX, un argumento para trasladar a la familia de la niñita Fátima las fallas de las escuelas; por el contrario, tiene que ser un ejercicio muy profundo y doloroso de autocrítica donde participemos todos.

Desafortunadamente, el gobierno federal lejos de ser el primero en llamar a este ejercicio de autocrítica, está siendo el primero en eludirla.  Pobre favor le hace tanto a las mujeres como a sí misma la llamada 4T, al tratar a los feminicidios como un tema secundario (por ejemplo, respecto al circo mediático de la venta/rifa/pase-de-charola/próxima-ocurrencia para desincorporar el avión presidencial) o descalificar a quienes expresan su malestar por los feminicidios, cuando podría aprovechar el ánimo social para reconocer sus yerros (por ejemplo, la cancelación de las estancias infantiles para las mamás y papás que trabajan) así como la falta de perspectiva de género tanto en el gobierno como en la sociedad en general y, a partir de aquí, llamar a la unidad nacional en favor de la no violencia en el país.

De manera paradójica, muchos de quienes pretenden “defender” a las mujeres lo hacen desde posiciones discriminatorias, tratándolas como si fueran en algún sentido inferiores y necesitaran alguna acción desde lo masculino para que no estén desvalidas. El reto está en lo más obvio: siendo mujeres y hombres iguales ante la ley, hay que garantizar que unas y otros tengamos acceso a un estado Estado de Derecho que nos proteja a todos.  Así de sencillo y así de complejo.

Ante una procuración de justicia convertida en subastas de impunidad y obsequiosa ante el poder todos somos potenciales víctimas.  Hoy por razones idiosincráticas e históricas pareciera que las primeras víctimas son las mujeres pero, si no enmendamos el camino en este barco llamado México, la impunidad nos puede hundir a todos y, ahí sí, no hay distinciones.

OTROS PECADILLOS

Normalmente estaría presumiendo que este fin de semana ganaron tanto el Puebla como las Chivas o la Juve.  En lugar de eso, les comparto un gran ejemplo de cómo el espíritu deportivo y el pundonor no sabe de “sexos fuertes” ni de “deportes de niñas y niños”; chequen a esta chava escocesa dislocarse la rodilla jugando futbol y cómo ella misma, sentada en el pasto, se la trata de acomodar para seguir jugando:

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