Si bien el contagio de coronavirus de la vocera del gobierno, Vélez Macuil, es lamentable. También es lamentable la ridícula indignación y defensa de comunicadores pagados. ¿Acaso se puede defender la irresponsabilidad?

Para que entiendan quienes la dibujan como la víctima de la película. No lo es. Los 10 reporteros que asistieron a la gira presidencial son el mejor testimonio. Temen por su salud y la de sus familias.

Vélez Macuil en Cholula con visible escurrimiento nasal –aunque dice ser asintómatica–. Al ser la última en pasar la prueba de temperatura, sin la menor precaución de la sana distancia, se acercó a los reporteros para comentar sobre el virus.

Sin importar su contagio expuso a los asistentes. Entre otros comentarios mencionó: “Ya ven, por no hacer caso a mi jefe”. No quedó claro si se refería a tomar caldito de pollo picosito, comer mole de guajolote o que a los pobres no les da. O asumir las tardías medidas para contrarrestar el mal.

Un día después de la visita de AMLO, Vélez Macuil ya no acudió a laborar a las mañaneras en Casa Aguayo. Pero el mal ya estaba hecho por su irresponsabilidad.

Y ahora que el peligro en Puebla está en lo máximo, por supuesto que las muertes y contagios deben cargarse al activo del gobierno estatal.

Los comentarios fuera de lugar del gobernador, al tomar a juego al mortal virus, quedarán como testigos implacables. Cuando se percató de la gravedad de la situación asumió medidas pero a destiempo.

¡Predijo con el ejemplo!

Ante 874 decesos –al corte de ayer–, habla de una gran catástrofe que sin duda azotará a Puebla y los poblanos. Pero a estas alturas nadie le cree, y menos confían en el gobierno.

Los comunicadores que defienden la causa perdida deben hacerlo. Para eso les pagan. Para eso se alquilan y se vale. El que paga manda. Las órdenes se acatan.

Sólo que los hechos siempre salen a la luz. El hecho es un principio de la nota periodística. Se puede distorsionar a conveniencia temporalmente. Pero no de manera constante.

Desde este espacio va una felicitación a la Secretaría de Igualdad Sustantiva que puso un alto a comunicadores afectos a poner calificativos en sus escritos. Sobre todo al sector femenino. Eso evidencia la falta de hombría.

También se debería sancionar a autoridades que califican con granjas de conejos y expresiones que distan de la categoría del cargo que tienen. La educación se mama. Aunque sea con una nodriza.

Una expresión que retumbó en Casa Aguayo como monumento a la sencillez a un funcionario del gabinete: “No creas que por que tienes doctorado lo sabes todo. Yo sin doctorado tengo experiencia internacional, así que tu doctorado me lo pasó ya sabes por dónde”; pero como aquél, lucra para terminar su nueva mansión en La Calera y reubicar a sus hijas y yerno todo se le resbala.

¡Cada quién con su cada cual!

 

REPORTE DEL INFORMANTE

Chocita discreta. En el lujoso fraccionamiento Campestre de Puebla, sobre el bulevar Esteban de Antuñano, pasando la vía del tren, se ubica una lujosa residencia con valor aproximado de 16 millones de pesos.

La residencia fue adquirida en el inicio de la administración gubernamental. Además de los lujos con los que cuenta. Las 24 horas del día está custodiada por gente de seguridad –costo adicional, absorbido por el gobierno–.

Tras la adquisición a nombre de un tercero del inquilino, a pesar de que la lujosa chocita era nueva en su totalidad, mandó a hacer remodelaciones.

Los pobres habitan residencias lujosas. Los ricos chocitas pobres. Los poblanos que se hicieron de patrimonios deben estar alertas. El gobierno los investiga –bueno no a todos, sólo los que no comulgan con el barbosismo–.

¡Con la vara que midas serás medido!

 

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